VIGILANCIA ESPIRITUAL

“Haz que te encuentre siempre en vela, para que pueda contar contigo a toda hora” (Palabra interior).

La vigilancia es un concepto clave para nuestra vida espiritual y se la debe aplicar en muchísimos ámbitos. La Sagrada Escritura nos habla incontables veces sobre ella.

La perspectiva más amplia y definitiva de la vigilancia es el Retorno del Señor al Final de los Tiempos; el gran acontecimiento al que nos dirigimos, pero del que a menudo los cristianos no estamos lo suficientemente conscientes. Sin embargo, esta perspectiva es decisiva para saber lidiar con la tarea que nos ha sido encomendada en este mundo.

Algo similar sucede con la consciencia de que moriremos. Si lo tenemos presente, intentaremos hacer todo lo que esté en nuestras manos para afrontarla con serenidad y confianza, habiendo “alcanzado la meta en la carrera” (2Tim 4,7).

La vigilancia se relaciona con el verdadero amor. Sabemos bien cuán despiertos y atentos podemos volvernos cuando amamos a alguien a nivel humano. En la reflexión de hoy, se hace alusión a una vigilancia que está directamente al servicio de nuestro Padre. Pudimos notar en las palabras iniciales cuán importante es para Él encontrarnos en vela. Él quiere contar con nosotros, con nuestro amor y disponibilidad para hacer su Voluntad y cumplir sus deseos.

Es un gran honor que Dios se dirija a nosotros de esta manera. Él nos toma muy en serio y cuenta con nuestra cooperación para establecer su Reino en la Tierra. Con esta petición suya que hemos escuchado hoy, podemos ponernos en camino y examinar cuidadosamente lo que aún nos impide estar vigilantes. Rápidamente encontraremos varios puntos, y entonces nos corresponde trabajar en ellos, para tener una mejor disposición.

Imaginemos que nosotros mismos tendríamos una importante misión que cumplir, y necesitaríamos colaboradores bien dispuestos. ¡Cuán agradecidos estaríamos si ellos estuvieran siempre listos para servir y pudiéramos pedirles su apoyo a cualquier hora, ya sea de día o de noche, por así decir! O pensemos en un buen médico, que está siempre disponible cuando la necesidad llama.

¿Y nosotros? ¿No deberíamos estar siempre disponibles para nuestro Padre, siendo así que Él nos invita a trabajar con Él por la salvación de los hombres?

Señor, ¡danos un amor  más grande!