NOTA: Puesto que a lo largo de los últimos años ya he hecho meditaciones sobre la mayoría de los textos bíblicos del calendario litúrgico, recurro a veces a las lecturas del calendario tradicional, cuando se trata de pasajes que me resultan muy importantes.
La expulsión de los espíritus inmundos
Mt 10,1-7
En aquel tiempo, Jesús llamó a sus doce discípulos y les dio poder para expulsar a los espíritus inmundos y para curar toda enfermedad y toda dolencia. Los nombres de los doce Apóstoles son éstos: primero Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés; Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan; Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo el publicano; Santiago el de Alfeo y Tadeo; Simón el Cananeo y Judas el Iscariote, el que le entregó.
Alcanzar la sabiduría
Pr 2,1-9 (Lectura correspondiente a la memoria de San Benito Abad)
Hijo mío, si aceptas mis palabras y retienes mis mandatos, prestando atención a la sabiduría y abriendo tu mente a la prudencia; si invocas a la inteligencia y llamas a la prudencia; si la buscas como al dinero y la rastreas como a un tesoro, entonces comprenderás el temor de Yahvé y encontrarás el conocimiento de Dios. Porque es Yahvé quien da la sabiduría y de su boca brotan el saber y la prudencia.
El crecimiento en la fe
Mt 9,18-26
En aquel tiempo, mientras Jesús estaba hablando con los discípulos de Juan, se acercó un magistrado y se postró ante él diciendo: “Mi hija acaba de morir; pero ven, impón tu mano sobre ella y vivirá.” Jesús se levantó y le siguió junto con sus discípulos.
Morir al pecado
NOTA: Escucharemos hoy la lectura prevista para este domingo en el calendario tradicional.
Rom 6,3-11
¿No sabéis que cuantos hemos sido bautizados en Cristo Jesús hemos sido bautizados para unirnos a su muerte? Pues fuimos sepultados juntamente con él mediante el bautismo para unirnos a su muerte, para que, así como Cristo fue resucitado de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros caminemos en una vida nueva.
El valor objetivo de una bendición
Gen 27,1-5.15-29
Isaac había envejecido y ya no veía bien por tener debilitados sus ojos. Un día llamó a Esaú, su hijo mayor, y le dijo: “¡Hijo mío!” Él respondió: “¿Qué deseas?” “Mira -dijo-, me he hecho viejo e ignoro el día de mi muerte. Así que toma tus saetas, tu aljaba y tu arco; sal al campo y me cazas alguna pieza. Luego me haces un guiso suculento, como a mí me gusta, y me lo traes para que lo coma, a fin de bendecirte antes de morir.” Pero Rebeca estaba escuchando la conversación de Isaac con su hijo Esaú.
La glorificación del Padre
Jn 17,1-8
Jesús, después de pronunciar estas palabras, elevó sus ojos al cielo y dijo: -Padre, ha llegado la hora. Glorifica a tu Hijo para que tu Hijo te glorifique; ya que le diste potestad sobre toda carne, que él dé vida eterna a todos los que Tú le has dado.
Jesús perdona los pecados
Mt 9,1-8
En aquel tiempo, Jesús subió a una barca, cruzó de nuevo el mar y llegó a su ciudad. Entonces, le presentaron a un paralítico tendido en una camilla. Al ver Jesús la fe de ellos, le dijo al paralítico: “Ten confianza, hijo, tus pecados te son perdonados.” Entonces algunos escribas dijeron para sus adentros: “Éste blasfema”.
Liberados por el Evangelio
Mt 8,28-34
En aquel tiempo, llegó Jesús a la otra orilla, a la región de los gadarenos. Vinieron a su encuentro dos endemoniados que salían de los sepulcros. Eran tan violentos que nadie se atrevía a pasar por aquel camino.
La fe puede calmar tormentas
Mt 8,23-27
En aquel tiempo, subió Jesús a la barca y sus discípulos le siguieron. De pronto se levantó en el mar una tempestad tan grande que la barca quedaba cubierta por las olas. Jesús estaba dormido.