LOS PENSAMIENTOS DE DIOS

“¡Qué incomparables encuentro tus pensamientos, 
Dios mío, qué inmenso es su conjunto!
Si me pongo a contarlos, son más que arena;
si los doy por terminados, aún me quedas tú.”
(Sal 138,17-18)

 ¿Podemos conocer los pensamientos de Dios?

Sí, porque el Padre se comunica a sus amigos y confidentes. Si leemos la Sagrada Escritura, podemos llegar a entenderla como una carta de Dios para toda la humanidad. El Padre no nos ha prometido hacernos omniscientes. En efecto, ¿por qué habríamos de ambicionar serlo? Nadie puede abarcar el conjunto de sus pensamientos, y tampoco es esencial saberlo todo.

De lo que podemos estar seguros es de que Dios nos hará saber todo lo que sea importante para nuestro camino con Él. Y aún más allá de eso, quiere hacernos partícipes de los misterios de su corazón, dependiendo de nuestra receptividad y de su libre elección.

Cada pensamiento de Dios es vida y da vida. Todo lo que nuestro Padre nos comunica brota de la plenitud de su amor. Cada palabra que Él pronuncia puede transformar nuestra entera vida, si tan sólo la acogemos y la dejamos penetrar en nosotros.

Sus pensamientos son siempre pensamientos de amor. Aun cuando permite que sintamos las consecuencias de nuestro alejamiento de Él, lo hace movido por el amor, llamándonos a volver a Él.

Incluso cuando nos habla sobre el infierno y nos advierte de que el hombre puede llegar hasta el punto de decidirse en contra de Dios, su intención es llamarnos la atención para que llevemos nuestra vida en vigilancia y oremos por todos los hombres, para que nunca se cierren deliberadamente al amor.

Desde que despertamos sabemos que estamos cobijados en su amor. Dichoso el hombre que le dedica a su Padre del Cielo los primeros pensamientos y palabras del día. ¡Él está esperándolo y le recompensará su fidelidad, haciendo crecer el amor!