LA VERDADERA LIBERTAD

 “Nunca estaréis en la verdadera libertad ni en la verdadera felicidad, mientras no me reconozcáis como Padre y os sometáis a mi yugo, para ser verdaderos hijos de Dios, vuestro Padre.” (Mensaje de Dios Padre a Sor Eugenia Ravasio)

Cuando pensamos poder hallar la libertad y la felicidad fuera de los santos Mandamientos de Dios, nos encontramos en el mayor engaño. Es el engaño de Lucifer, que hace creer a las personas que pueden determinar por sí mismas su vida conforme a sus propias ideas y que entonces todo saldrá bien. ¡Lo que sucede es todo lo contrario!

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YO OS INUNDO CON MI AMOR

“[Al recibir la Sagrada Hostia] Yo os inundo con mi amor. Entonces, sólo tenéis que pedirme las virtudes y la perfección que necesitáis, y podéis estar seguros de que, en estos momentos en que Dios reposa en el corazón de su criatura, nada os será negado.” (Mensaje de Dios Padre a Sor Eugenia Ravasio)

 Nuestro Padre Celestial nos invita a que, tras haber recibido la Santa Comunión, le pidamos todo aquello que nos sirva en el camino de la santidad. Cuando recibimos dignamente la Santa Eucaristía, Dios está incomparablemente cerca de nosotros y nos inunda con su amor. Nosotros, por nuestra parte, hemos de estar en la mejor disposición para acoger las gracias del Señor. Nosotros, los hombres, somos receptivos. Aunque generalmente acostumbramos ser muy activos y creativos –lo que, sin duda, es algo bueno–, hemos de entender que el amor de Dios se nos comunica inmerecidamente (aquí el Padre nos dice: “Os inundo con mi amor”) y que nosotros debemos acogerlo.

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BUSCAD ALMAS

“Buscad almas que luchen desinteresadamente por Mi gloria y honor, y que de buena gana me den este lugar de reposo.” (Mensaje de Dios Padre a Sor Eugenia Ravasio)

Cuando le hemos abierto las puertas de nuestro corazón al Padre Celestial y Él se nos dona, cuando empezamos a disfrutar la dicha de la comunión íntima con Él, entonces nuestro Padre dirige nuestra mirada a las otras personas, pues también ellas están llamadas a tener parte en esta inefable gracia de vivir como verdaderos hijos de Dios.

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CORAZONES QUE PUEDAN ENTENDERME

“¿Qué es lo que deseo alcanzar a través de esta “obra de amor”, si no encontrar corazones que puedan entenderme?” (Mensaje de Dios Padre a Sor Eugenia Ravasio)

Durante los últimos días, habíamos hablado en los “3 minutos para Abbá” sobre el corazón humano, que el Señor conoce hasta en sus rincones más recónditos. En el breve pasaje que hoy escuchamos del Mensaje del Padre, se nos dice que Él busca corazones que puedan entenderlo.

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YO CONOZCO TU CORAZÓN

“Yo conozco tu corazón y sé que me amas. A fin de cuentas, esto es lo decisivo, porque el amor todo lo perdona.” (Palabra interior)

Estas palabras del Padre nos recuerdan a aquella frase de oro atribuida a San Agustín: “Ama y haz lo que quieras.”

Conforme a esta máxima, el amor es el criterio definitivo para actuar y, de por sí, conduce a la acción correcta. En consecuencia, nuestra tarea es buscar el verdadero amor, reconocerlo, beber de él y vivir en él.

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ADMIRABLES SON TUS OBRAS

“Tú has creado mis entrañas, me has tejido en el seno materno. Te doy gracias, porque me has escogido portentosamente, porque son admirables tus obras”  (Sal 138,13-14).

¿Podemos pronunciar con el corazón libre y a una sola voz con el salmista esta acción de gracias a Dios? Deberíamos ser capaces de ello, porque nuestro Padre puso todo su amor al crear al hombre, y esto cuenta para todos y cada uno de nosotros.

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UNA LECCIÓN ESPIRITUAL (II)

“No ha llegado la palabra a mi lengua, y ya, Señor, te la sabes toda.” (Sal 138,4)

Desde que los pensamientos surgen en nuestro interior hasta que los pronunciamos con las palabras, aún nos queda un camino que nos permite refrenarlos, de modo que no salga de nuestros labios palabra alguna que pudiese desagradar a nuestro Padre.

En el impulso de ayer escuchábamos que es necesario examinar incluso nuestros pensamientos a la luz de Dios. Este proceso –que se denomina “ascesis de los pensamientos”– deberíamos llevarlo a cabo elevando la mirada hacia Dios y amándolo, de modo que crezca aún más la relación de confianza con nuestro Padre. Así, nuestra sensibilidad y delicadeza hacia Dios aumentan, de manera que podemos identificar fácilmente aun la más mínima desviación de los pensamientos, porque, como dice el Libro de la Sabiduría, “los pensamientos retorcidos apartan de Dios” (Sab 1,3).

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UNA LECCIÓN ESPIRITUAL (I)

“De lejos penetras mis pensamientos” (Sal 138,2b)

La amorosa omnisciencia de nuestro Padre no sólo es para nosotros una reconfortante certeza; sino que se nos convierte en una lección espiritual, si permitimos que sus palabras nos impregnen profundamente.

En efecto, el amor de nuestro Padre tiene también un carácter formativo; es decir, quiere modelarnos a la imagen según la cual fuimos creados (Gen 1,27). Hemos de llegar a ser aquello para lo cual fuimos llamados y corresponder a la vocación que el Señor nos ha concedido y encomendado. Por eso Dios se preocupa tanto por nosotros y nos acompaña en todas nuestras sendas, que están desveladas ante Él. Si estamos en el camino recto, nos fortalece y nos anima; si nos desviamos, nos llama a la conversión (cf. Sal 138,24).

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EL PADRE NOS CONOCE

“Señor, tú me sondeas y me conoces” (Sal 139,1)

Nadie más que Dios conoce el corazón del hombre en su mayor profundidad. Nadie puede siquiera sondear a fondo su propio corazón, si no le es revelado en la luz del Espíritu de Dios.

¡Qué maravilloso refugio nos ofrece nuestro Padre Celestial, en medio de un mundo sumido en el caos! Dios conoce las intenciones de nuestro corazón. ¡Sólo Él podrá juzgarnos correctamente! En Él podemos contar con todo el amor y con toda la justicia.

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LA RESPUESTA SOY YO MISMO

“Yo mismo he depositado en los corazones de los hombres la búsqueda de mí. ¡Y Yo mismo soy la respuesta!” (Palabra interior).

¿Por qué el hombre busca?

Porque el Padre mismo ha depositado este anhelo en su corazón y, conforme a las inolvidables palabras de San Agustín, “nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti” (Confesiones, I, 1).

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