“¡Yo soy el mejor de los padres! ¡Conozco las debilidades de mis criaturas! ¡Venid, venid a mí con confianza y amor! Y si os arrepentís, yo os perdonaré” (Mensaje del Padre a Sor Eugenia Ravasio).
Es así de sencillo… Así de sencillo es el amor de Dios que día a día se nos ofrece.
Fue Dios mismo quien cargó sobre sí nuestras culpas, clavándolas en la Cruz. Él llevó todos nuestros sufrimientos y pecados al Monte Calvario. ¿Y cuál es la parte que nos corresponde a nosotros? Nosotros podemos simplemente acudir a Él, con toda sencillez, y levantar los ojos hacia Él. Ya no tenemos que bajar avergonzados la mirada, escondiéndonos de Dios y de los hombres. El Señor nos hace entender que desde siempre ha estado esperándonos.