El tiempo apremia

1Cor 7,25-31

En cuanto al celibato, no tengo precepto del Señor, pero doy un consejo, como quien por la misericordia del Señor merece confianza. Así pues, considero que, por la presente necesidad, más le vale al hombre permanecer como está. ¿Estás unido a una mujer? No busques la separación. ¿No estás unido a una mujer? No busques mujer. Si te casas, no pecas, y si una virgen se casa, no peca. Sin embargo, así tendrán la tribulación en la carne, que yo querría evitaros. 

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Los Santos juzgarán al mundo

1Cor 6,1-11

Hermanos: Cuando alguno de vosotros tiene un pleito con otro, ¿se atreve a llevar la causa ante los injustos, en lugar de someterla al criterio de los santos? ¿No sabéis que los santos han de juzgar al mundo? Y si vosotros vais a juzgar al mundo, ¿no os creéis dignos de juzgar esas naderías? ¿No sabéis que hemos de juzgar a los ángeles? ¡Pues con mayor motivo las cosas de esta vida! Pero resulta que, cuando tenéis pleitos de este género, ¡tomáis como jueces a los que la iglesia tiene en nada! Para vergüenza vuestra lo digo: ¿es que no hay entre vosotros ni un solo sabio que pueda mediar como juez entre sus hermanos, sino que vais a pleitear hermano contra hermano, y eso ante infieles? De todos modos, ya es un fracaso vuestro que haya pleitos entre vosotros.

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La curación de un hombre en sábado

Lc 6,6-11

En aquel tiempo, entró Jesús en la sinagoga un sábado y comenzó a enseñar. Había allí un hombre que tenía la mano derecha paralizada. Los escribas y los fariseos observaban atentamente a Jesús para ver si curaba en sábado, porque querían encontrar algo de qué acusarlo. Pero Jesús, conociendo sus intenciones, dijo al hombre que tenía la mano paralizada: “Levántate y ponte ahí en medio”. El se levantó y se puso allí. Luego les dijo: “Quiero preguntaros: ¿Está permitido en sábado hacer el bien o el mal, salvar una vida o perderla?”. Entonces, dirigiendo la mirada a todos, dijo al hombre: “Extiende tu mano”. Él la extendió y su mano quedó curada. Pero ellos se enfurecieron, y deliberaban entre sí para ver qué podían hacer contra Jesús.

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EL ARDIENTE DESEO DEL CORAZÓN DE JESÚS

“Si los hombres pudieran penetrar en el Corazón de Jesús, con todos sus deseos y su gloria, verían que su más ardiente deseo consiste en glorificar al Padre, a Aquél que lo envió” (Mensaje del Padre a Sor Eugenia Ravasio).

Muchos de nosotros llevaremos un buen tiempo conociendo y siguiendo al Señor Jesús. Una vez que nos hemos encontrado realmente con Él, jamás querremos abandonarlo. Ya hemos conocido demasiado su amor, saboreado la verdad y recibido su bondad. Quien conoce de verdad al Señor, no querrá otra cosa que lo que Él quiere.

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Mirad a vuestro Dios

Is 35,4-7a

Decid a los desalentados: ¡Sed fuertes, no temáis: mirad a vuestro Dios! Llega la venganza, la represalia de Dios: Él vendrá y os salvará. Entonces se abrirán los ojos del ciego, las orejas de los sordos se destaparán. Entonces saltará el cojo como ciervo, la lengua del mudo gritará de júbilo. Pues manarán aguas en el desierto y correrán torrentes por la estepa; el páramo se convertirá en estanque, y el país árido en manantial de aguas.

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No ir más allá de lo escrito

 

1Cor 4,6b-15

Me he puesto como ejemplo a mí y a Apolo, en orden a vosotros; para que aprendáis de nosotros aquello de «No ir más allá de lo que está escrito» y para que nadie se engría en favor de uno contra otro. Pues ¿quién es el que te distingue? ¿Qué tienes que no lo hayas recibido? Y si lo has recibido, ¿a qué gloriarte cual si no lo hubieras recibido? ¡Ya estáis hartos! ¡Ya sois ricos! ¡Os habéis hecho reyes sin nosotros! ¡Y ojalá reinaseis, para que también nosotros reináramos con vosotros! Porque pienso que a nosotros, los apóstoles, Dios nos ha asignado el último lugar, como condenados a muerte, puestos a modo de espectáculo para el mundo, los ángeles y los hombres.

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