«Oh Señor, no sacas ningún provecho de habitar entre nosotros, pero nos amas tanto que dices que es tu deleite estar en medio de nosotros» (San Buenaventura). leer más
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HECHOS DE LOS APÓSTOLES (Hch 13,1-13): “Viaje misionero de Pablo y Bernabé”
En la iglesia de Antioquía había profetas y maestros: Bernabé y Simón, que era llamado el Negro, Lucio, el de Cirene, y Manahén, hermano de leche del tetrarca Herodes, y Saulo. Mientras celebraban el culto del Señor y ayunaban, dijo el Espíritu Santo: “Separadme a Bernabé y a Saulo para la obra que les he destinado”. Y después de ayunar, orar e imponerles las manos, los despidieron. Entonces ellos, enviados por el Espíritu Santo, bajaron a Seleucia, y de allí navegaron rumbo a Chipre. Al llegar a Salamina se pusieron a predicar la palabra de Dios en las sinagogas de los judíos, y tenían a Juan como colaborador. Atravesaron toda la isla hasta Pafos, y encontraron a un mago, falso profeta judío, que se llamaba Barjesús, que estaba con el procónsul Sergio Pablo, hombre prudente.
EL SEÑOR NOS ESPERA
«¡Sólo tenéis que venir a mí! ¡Yo estoy tan cerca de vosotros!» (Mensaje de Dios Padre a Sor Eugenia Ravasio).
Así de fácil nos lo pone nuestro Padre para llegar a Él: una sola elevación del corazón, una palabra confiada, una mirada hacia lo alto, una pregunta a Él: “¿dónde estás?”, “¿quién eres?”
Una persona le había dirigido la siguiente oración cuando aún vivía lejos de Él: «Dios, si existes, muéstrate a mí de tal manera que pueda comprenderte». Otra persona preguntó: «¿Existe la verdad?». Otra: «¿Existe el verdadero amor?»
HECHOS DE LOS APÓSTOLES (Hch 12,1-10): “Martirio de Santiago y liberación de Pedro”
En aquel tiempo prendió el rey Herodes a algunos de la Iglesia para maltratarlos. Dio muerte por la espada a Santiago, hermano de Juan. Y al ver que esto agradaba a los judíos, decidió prender también a Pedro. Eran los días de los Ácimos. Cuando lo apresó, lo metió en la cárcel y lo entregó a cuatro escuadras de cuatro soldados para que lo custodiaran, con el propósito de hacerlo comparecer ante el pueblo después de la Pascua. Así pues, Pedro estaba encerrado en la cárcel, mientras la Iglesia rogaba incesantemente por él a Dios. Cuando Herodes iba ya a hacerlo comparecer, aquella misma noche dormía Pedro entre dos soldados, sujeto con dos cadenas, mientras unos centinelas vigilaban la cárcel delante de la puerta. De pronto se presentó un ángel del Señor y un resplandor iluminó la celda. Tocó a Pedro en el costado, le despertó y dijo: “¡Levántate deprisa!” -y se cayeron las cadenas de sus manos.
EL PADRE MISMO OFRECE EL SACRIFICIO
«Si hubiera bastado con sacrificar a una sola de mis criaturas para expiar los pecados de los otros hombres, por medio de una vida y muerte semejante a la de mi Hijo, hubiera titubeado. ¿Por qué? Porque habría traicionado mi amor, haciendo sufrir a una creatura que amo, en lugar de sufrir yo mismo en mi Hijo. ¡Nunca hubiese querido hacer sufrir de esta manera a mis hijos!» (Mensaje de Dios Padre a Sor Eugenia Ravasio).
UN CAMINO TRAZADO
«Acogí las oraciones [de mi Hijo Jesús], para que el hombre tenga un camino trazado que le permita andar siempre en la justicia, a fin de llegar a salvo a mí» (Mensaje de Dios Padre a Sor Eugenia Ravasio).
En su amor solícito, nuestro Padre ha previsto y preparado todo para sus hijos. No solo nos ofrece los bienes naturales con gran sabiduría y amor para que nos deleitemos en ellos al atribuirlos con gratitud a nuestro Padre como su origen, sino que mucho más aún nos colma de bienes espirituales, de manera que admiremos cada vez más su amor manifestado en ellos.
HECHOS DE LOS APÓSTOLES (Hch 11,1-4): “La Buena Nueva comienza a llegar a los gentiles”
Los apóstoles y los hermanos que estaban en Judea oyeron que también los gentiles habían recibido la palabra de Dios. Y cuando Pedro subió a Jerusalén, los de la circuncisión le reprochaban: “¡Has entrado en casa de incircuncisos y has comido con ellos!” -le decían. Pedro comenzó a explicarles de forma ordenada lo sucedido.
Pedro pudo disipar las objeciones de los judeocristianos relatándoles con todo detalle lo sucedido. También los apóstoles y los hermanos de Judea tenían que entender aún que el designio de Dios había querido que ahora el Evangelio llegara a las naciones. Pedro supo reconocerlo gracias a las indicaciones concretas que el Señor le había dado a través de la visión. También fue él quien dio este paso esencial al bautizar a Cornelio y a las personas que habían escuchado junto a él su predicación. Pedro concluyó su relato a la comunidad cristiana de Jerusalén sobre los acontecimientos con las siguientes palabras:
HECHOS DE LOS APÓSTOLES (Hch 10,23b-29): “Los primeros gentiles abrazan la fe y son bautizados”
Al día siguiente se levantó [Pedro] y partió con ellos. Les acompañaban algunos hermanos de Jope. Entró en Cesarea al otro día. Cornelio, después de haber reunido a sus parientes y amigos más íntimos, les estaba esperando. En el momento en que entraba Pedro, salió Cornelio a su encuentro y cayó postrado a sus pies. Pero Pedro le incorporó diciendo: “Levántate, que también yo soy un simple hombre”. Y conversando con él pasó adentro y encontró a muchas personas reunidas. Y les dijo: “Vosotros sabéis que está prohibido para un judío juntarse o acercarse a un extranjero; pero Dios me ha enseñado a no llamar profano a ningún hombre. Por eso he venido sin vacilación en cuanto me habéis llamado. Ahora os pregunto por qué motivo me habéis mandado llamar”.
EL AMOR DE DIOS ES INQUEBRANTABLE
«Sólo tenéis que amarme y honrarme, para que no seáis juzgados; o, a lo sumo, os juzgaría con un amor infinitamente misericordioso. ¡No lo dudéis! Si mi Corazón no fuera así, ya habría exterminado el mundo con cada pecado que se hubiera cometido» (Mensaje de Dios Padre a Sor Eugenia Ravasio).
EL RECUERDO DE DIOS
«Para que, a pesar de todo, se acordaran de Dios, su Padre, y de su único deseo de salvarlos, le di a Moisés mis Mandamientos, para que, al guardarlos, pudiesen recordar al Padre infinitamente bueno, que sólo se preocupa por su salvación presente y eterna» (Mensaje de Dios Padre a Sor Eugenia Ravasio).
Los mandamientos del Señor… ¡Cuán importante es su cumplimiento hasta el día de hoy, pues no son sino expresión de su bondad paternal! ¡Cuánta destrucción provoca su transgresión en todos los sentidos! leer más