Antes de entrar en materia, hagamos un breve repaso de las meditaciones cuaresmales: el espíritu de discernimiento (la discretio) nos urge a enrolarnos conscientemente en el combate espiritual. Quien sigue a Cristo conoce bien este combate. Sin embargo, hay dos circunstancias particulares que debemos tener siempre presentes para que no “luchemos como quien golpea al aire” (cf. 1Cor 9,26):
- El enemigo no solo ataca desde fuera de la Iglesia, sino que también está dentro y tiene amplias zonas bajo su influencia.
- Ha penetrado hasta la jerarquía y, desde la cúpula más alta, intenta imponer su pernicioso rumbo a toda la Iglesia.
Teniendo esto presente, sigamos escuchando las instrucciones de San Pablo para estar preparados para el combate: