ALEGRÍA POR LA CAÍDA DEL REINO DE LAS TINIEBLAS 

“[Un ángel] gritó con voz potente: ‘¡Cayó, cayó la gran Babilonia!’ (…) Alégrate, cielo, por su desastre; y también vosotros, santos, apóstoles y profetas, porque, al condenarla a ella, Dios ha juzgado vuestra causa.” (Ap 18,2.20).

Consideremos a Babilonia como símbolo de los poderíos hostiles a Dios, con los que “fornicaron” los reyes de la tierra y de cuya caída se lamentan las naciones, porque “en una sola hora ha sido arrasada” (v. 19).

leer más

“TUS JUICIOS SON VERDADEROS Y JUSTOS” 

“Después oí como la fuerte voz de una inmensa muchedumbre en el cielo, que decía: ‘¡Aleluya! ¡La salvación, la gloria y el poder son de nuestro Dios; sus juicios son verdaderos y justos, pues condenó a la gran ramera, que corrompía la tierra con su prostitución!’” (Ap 19,1-2).

La alabanza de la justicia divina forma parte del honor que queremos rendir a nuestro Padre, porque Él se glorifica también cuando hace prevalecer la justicia.

leer más

LOS VENCEDORES SOBRE LA BESTIA 

“Vi a otro ángel (…) diciendo con voz fuerte: ‘Temed a Dios y dadle gloria, porque ha llegado la hora de su juicio. Adorad al que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas’.” (Ap 14,6-7).

En el capítulo 14 de la Revelación de San Juan, el ángel anuncia la hora del juicio y nos exhorta a temer a nuestro Padre Celestial, a honrarlo y a adorarlo. En efecto, la primera y más noble tarea del hombre es rendir honor y adoración a Dios. Para ello fue creado. Si no lo hace, está fallando a su destinación más profunda.

leer más

Un elogio a Elías y Eliseo

Eclo 48,1-15

Entonces surgió el profeta Elías como un fuego, su palabra quemaba como antorcha. Él atrajo sobre ellos el hambre y con su celo los diezmó. Por la palabra del Señor cerró los cielos, e hizo también caer fuego tres veces. ¡Qué glorioso fuiste, Elías, con tus portentos!, ¿quién puede vanagloriarse de ser como tú? Tú que despertaste a un cadáver de la muerte y del abismo, por la palabra del Altísimo; que hiciste caer a reyes en la ruina, y a hombres insignes fuera de su lecho; oíste en el Sinaí la reprensión, y en el Horeb los decretos de castigo; ungiste reyes para tomar venganza, y profetas para ser tus sucesores; en torbellino de fuego fuiste arrebatado, en carro de caballos ígneos; fuiste designado en los reproches futuros, para calmar la ira antes que estallara, para hacer volver el corazón de los padres a los hijos, y restablecer las tribus de Jacob.

leer más

EL NOBLE COMBATE 

“Libra el noble combate confiando infinitamente en mí” (Palabra interior).

Nuestro Padre no nos exime del combate que inevitablemente tenemos que librar durante nuestra vida terrena. Éste hace parte de nuestra condición caída como seres humanos. Al mismo tiempo que tenemos que aspirar lo bueno, debemos también defendernos de los enemigos, tanto de dentro como de fuera, que quieren apartarnos de nuestro camino de seguimiento de Cristo.

leer más

Un corazón ardiente

Is 48,17-19

Esto dice el Señor, tu Redentor, el Santo de Israel: “Yo soy el Señor, tu Dios, te instruyo en lo que es provechoso, te marco el camino que has de seguir. ¡Si hubieras seguido mis mandatos, tu plenitud habría sido como un río, tu prosperidad como las olas del mar! ¡Tu descendencia sería como la arena, el fruto de tu vientre como sus granos! ¡Nunca será arrancado ni borrado de mi presencia su nombre!”

leer más

DEJAR A NUESTRO PADRE EJERCER SU PATERNIDAD

¡No me neguéis esta alegría que deseo gustar en medio de vosotros! Yo os lo devolveré al ciento por uno, y así como vosotros me honraréis, también yo os honraré, preparándoos una gran gloria en mi Reino” (Mensaje del Padre a Sor Eugenia Ravasio).

Es tan fácil alegrar a nuestro Padre Celestial y vivir así nosotros mismos en alegría. Además, es lo que corresponde a nuestra destinación más profunda: vivir simplemente como sus amados hijos y abrirle siempre a nuestro Padre las puertas de nuestro corazón, para que pueda entrar y permanecer allí en todo momento.

leer más