Jn 19,25-27
Estaban junto a la cruz de Jesús su madre y la hermana de su madre, María de Cleofás, y María Magdalena. Jesús, viendo a su madre y al discípulo a quien amaba, que estaba allí, le dijo a su madre: “Mujer, aquí tienes a tu hijo.” Después le dice al discípulo: “Aquí tienes a tu madre.” Y desde aquel momento el discípulo la recibió en su casa.
En el Calvario en Jerusalén, junto al mismísimo sitio donde Nuestro Señor murió por nosotros en la Cruz, hay una conmovedora imagen de la Madre Dolorosa. Una espada atraviesa su corazón y sus ojos tienen una expresión de profundo sufrimiento. Muy temprano en la mañana, los fieles y peregrinos que vienen a orar acuden muchas veces también a ella, para pedir su ayuda y su consuelo, o para agradecerle porque ella supo permanecer junto a su Hijo aun en la Cruz. Es difícil siquiera imaginar la inmensidad de su sufrimiento. Por ello, en la Santa Misa de este día resuenan en la secuencia antes del evangelio estos versos: