LA GRAN DEBILIDAD DE DIOS

“El hombre es mi gran debilidad. Por eso tú debes ir en su busca con el mismo amor con que yo lo busco” (Palabra interior).

Tratemos de comprender estas palabras… El amor de nuestro Padre por nosotros nos resulta casi incomprensible. Un obispo de Italia, Mons. Salvatore Bocciacco (1938-2008), hizo suya la siguiente oración:

“Dios es mi papá. Me ama hasta la locura. Hace cosas maravillosas por mí. Confío en Él y me entrego completamente a Él. Por eso, quiero creer que cualquier cosa que ocurra, ya sea que me parezca hermosa o terrible, es una exquisita y tierna expresión de su amor por mí, y entonces digo: ‘¡Gracias papá!’”

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DE TAL PADRE, TALES HIJOS

“¡Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos! Por eso el mundo no nos conoce, porque no le reconoció a él” (1Jn 3,1).

Como hijos de Dios, no quedamos exonerados de participar en el sufrimiento de nuestro Padre porque los hombres a menudo no lo conocen y desconocen su amor por ellos; el sufrimiento por percibir las tinieblas que aún se ciernen sobre una parte de la humanidad.

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