“El que se une al Señor se hace un solo espíritu con él” (1 Cor 6,17).
¡Qué invitación tan maravillosa a llegar a ser un solo espíritu con nuestro Padre: pensar como Él, actuar como Él, dejarnos formar enteramente por Él y asemejarnos a Él! ¿Misión imposible? ¡No!
