LA PURA GRACIA DEL SEÑOR

“Yo sanaré su infidelidad, los amaré por pura gracia” (Os 14,5).

Éstas son palabras que nuestro Padre Celestial dirige al Pueblo de Israel, que tantas veces se apartaba de sus caminos y debía entender al menos al sentir las consecuencias qué es lo que sucede cuando uno se vuelve a otros dioses. Pero, por desgracia, muchas veces los hombres no están dispuestos a escuchar a Dios. Incluso cuando les sobrevienen terribles plagas, que deberían despertarlos, puede suceder que sigan pecando y no abandonen sus rumbos abominables.

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TESOROS EN EL CIELO

“Atesorad tesoros en el cielo” (Mt 6,20).

El Señor nos ha abierto muchas posibilidades de acumular tesoros en el cielo. Todo lo que hayamos hecho y sufrido por amor nos será contado como mérito en la eternidad. Eso no sólo significa que recibiremos la recompensa a nivel personal, sino que el “excedente” de las buenas obras se pone a disposición de la Iglesia, tal como sucede, por ejemplo, en las vidas de los santos. En ese sentido, escuchamos a menudo en las oraciones litúrgicas que nosotros no somos capaces de hacer nada por nuestras propias fuerzas, pero que por los méritos de los santos se nos conceden bendiciones y gracias.

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UN POEMA PARA EL REY

“Me brota del corazón un poema bello, recito mis versos a un rey” (Sal 44,2).

¿Qué noticia puede alegrar tanto el corazón como la de que nuestro Padre nos ama infinitamente? ¿Qué noticia puede ser más importante para los hombres que la Buena Nueva del Evangelio? ¿Qué noticia en la tierra puede hacer que el corazón rebose de gozo más que vivir en la verdad y estar en camino hacia la patria eterna?

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