“SANTIFICADO SEA TU NOMBRE”

“Hijos míos, es verdad que me amáis y me honráis cuando decís la primera invocación del Padre Nuestro. Pero continuad con las otras peticiones y veréis: ‘Santificado sea Tu Nombre.’ ¿Mi Nombre es santificado?” (Mensaje del Padre a Sor Eugenia Ravasio).

Así como en el Nombre de Jesús está la salvación (cf. Hch 4,12) y los poderes del infierno tiemblan al oírlo, así sucede también cuando invocamos a Dios como nuestro Padre.

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PAZ EN DIOS 

“Nos hiciste para Ti, Señor, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti” (Las Confesiones, i, 1, 1).

San Agustín, el incansable buscador de Dios, nos dejó estas maravillosas palabras. Con lo que sea que pretendamos llenar nuestro corazón, éste nunca hallará la verdadera paz ni la verdadera felicidad mientras no se abra al amor de Dios. ¡Sólo para este amor fue creado!

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“CON RAZÓN ERES AMADO” 

 “Mejores que el vino son tus amores (…) Disfrutemos juntos y gocemos, alabemos tus amores más que el vino. ¡Con razón eres amado!” (Ct 1,2b.4).

Incomparable y sobrecogedor es el amor de Dios. Todas las formas de amor verdadero son un regalo de la bondad del Padre; una participación en su ser, porque “Dios es amor, y el que permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él” (1Jn 4,16).

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ESPACIOS VACÍOS 

“Cuando tu alma se entretiene demasiado tiempo en el mundo de la nada, se vacía más. Ciertos intereses debilitan tu alma y la mantienen atrapada en espacios infecundos” (basado en una palabra interior).

Esta exhortación se dirige a aquellos que ya se han propuesto seriamente profundizar su vida espiritual. Aunque ya se haya tomado la decisión fundamental de seguir incondicionalmente al Señor, es necesario recordarla una y otra vez y defenderla con sabiduría de los influjos de este mundo.

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LA RED DEL AMOR

“Echaré una vez más la red de mi amor. ¡Echa la red conmigo!” (Palabra interior).

¿Estamos dispuestos a cooperar en la gran pesca del Señor? ¿Aún tenemos la esperanza de que muchas personas encuentren la fe, precisamente en estos tiempos oscuros que se ciernen sobre la humanidad?

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SANTA DESPREOCUPACIÓN

“Confíame todas tus preocupaciones y no te preocupes por nada” (Palabra interior).

La confianza y la despreocupación van de la mano cuando la relación con nuestro Padre Celestial se vuelve cada vez más profunda. Muchas cosas quieren agobiarnos y preocuparnos, haciéndonos la vida difícil. Pero el Señor mismo nos exhorta a una santa despreocupación: “No estéis preocupados por vuestra vida: qué vais a comer; o por vuestro cuerpo: con qué os vais a vestir” (Mt 6,25). 

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PONER NUESTRA ESPERANZA EN EL SEÑOR 

La esperanza es una virtud teologal, que nos hace esperar del Señor lo que aún no vemos. Si ponemos en Él nuestra esperanza, el Padre puede transformar nuestros corazones. Así nos dice en el Mensaje a la Madre Eugenia:

“Recordad, oh hombres, que Yo quiero ser la esperanza de la humanidad. ¿No lo soy ya? Si Yo no sería la esperanza de la humanidad, el hombre estaría perdido. Pero es necesario que sea conocido como tal, para que la paz, la confianza y el amor entren en el corazón de los hombres y surja así una relación con su Padre del Cielo y de la Tierra.”

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MIRAR AL PADRE DESDE LA CRUZ DEL MUNDO

“Desde la cruz de este mundo, que causa tanto sufrimiento, elevad conmigo la mirada al Padre” (Palabra interior).

Quien tenga ojos para ver y oídos para oír, ciertamente percibirá que se ciernen tiempos oscuros tanto sobre el mundo como sobre la Iglesia. A causa de la pérdida de fe y la falta de una orientación clara por parte de la Iglesia, son cada vez menos los rayos de luz que brillan sobre el mundo, que con tanta urgencia necesita la luz de la Iglesia. El pecado y la confusión se proliferan. Con frecuencia sucede que ya no se llama al pecado por su nombre e incluso puede producirse una diabólica inversión de valores.

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