“Tengo la profunda confianza en mi amado Padre del cielo de que, al final, todo saldrá bien. Por eso, aguardo con serenidad interior todas las cosas que se avecinan” (Beato Luis Andritzki).
El Beato Luis comprendió aquella verdad que las Sagradas Escrituras nos transmiten una y otra vez; pero que a menudo aún no somos capaces de poner en práctica como corresponde. La confianza en nuestro amado Padre nos da aquella seguridad que no procede tanto del sentimiento, pero que puede abarcar todo nuestro ser. Se podría decir que siempre está en ventaja en relación con lo que pueda acontecer. Si vemos que se acercan oleajes estrepitosos, queriendo influir en nuestra realidad emocional, hemos de activar muy concretamente la confianza.
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