“REGÁLAME TU CORAZÓN”

“Dios no dice: ‘Dame un corazón como el de los ángeles’; sino: ‘Regálame tu corazón.’ Lo que Él quiere es tu propio corazón; entrégaselo tal como es. Él no pide más que lo que somos y tenemos” (San Francisco de Sales).

Nuestro actual compañero de camino nos dirige hoy una frase reconfortante, invitándonos a acercarnos a nuestro Padre tal como somos. No hace falta que nos humillemos de una forma artificial ni que nos presentemos como grandes campeones religiosos. Podemos y debemos acudir a Él como somos en verdad y regalarle nuestro corazón. A través de la guía del Espíritu Santo y con nuestra cooperación, el Padre se encargará de convertirlo en un corazón semejante al suyo.

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LA TRANSFORMACIÓN DEL SUFRIMIENTO 

“El sufrimiento, considerado en sí mismo, es algo terrible. Pero cuando lo miramos en la Voluntad de Dios, se convierte en amor y dulzura” (San Francisco de Sales).

Aceptar el sufrimiento como venido de las manos de nuestro Padre es una de las lecciones más difíciles que hemos de aprender en nuestro camino de seguimiento de Cristo. No es de extrañar que sea así, puesto que el sufrimiento y la muerte son consecuencias del pecado original y de la pérdida del Paraíso. Sigue resultándonos ajeno y, contemplado en sí mismo, el sufrimiento es algo terrible, como nos dice nuestro actual compañero de camino, San Francisco de Sales.

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LA PEQUEÑA MEDIA HORA

“También quisiera que tus superiores te permitan emplear tus momentos libres para conversar conmigo, y que puedas dedicar media hora al día para consolarme y amarme” (Mensaje de Dios Padre a Sor Eugenia Ravasio).

Estas palabras que el Padre dirige a Sor Eugenia se extienden a todos los hombres. El Padre quiere que le dediquemos un tiempo que sea reservado exclusivamente para Él, para cultivar una amistad íntima con Él.

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OBEDIENCIA DE ORO

“Estad convencidos: antes perecerán el cielo y la tierra a que el Señor os pierda de vista, si permanecéis obedientes o al menos estáis decididos a serlo” (San Francisco de Sales).

 La invitación de nuestro Padre Celestial a la obediencia constituye una gran alegría espiritual, aun si nuestra naturaleza humana a veces se rebela y se resiste a obedecer por seguir estando apegada a sus propias ideas de felicidad y realización.

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NO CREERNOS CAPACES

“Cuando renunciamos a todo, el Señor se encarga de todo y lo guía todo. En cambio, cuando no soltamos algo de las manos porque no queremos confiárselo a Él, entonces Él nos deja, como si quisiera decirnos: ‘Si te crees tan capaz como para hacerlo sin mí, hazlo por tu cuenta. Entonces ya verás qué tan lejos llegas’” (San Francisco de Sales)

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CORAZONES QUE PUEDAN ENTENDERME

“¿Qué es lo que deseo alcanzar a través de esta “obra de amor”, si no encontrar corazones que puedan entenderme?” (Mensaje de Dios Padre a Sor Eugenia Ravasio)

Durante los últimos días, habíamos hablado en los “3 minutos para Abbá” sobre el corazón humano, que el Señor conoce hasta en sus rincones más recónditos. En el breve pasaje que hoy escuchamos del Mensaje del Padre, se nos dice que Él busca corazones que puedan entenderlo.

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“YO CONOZCO TU CORAZÓN”

“Yo conozco tu corazón y sé que me amas. A fin de cuentas, esto es lo decisivo, porque el amor todo lo perdona.” (Palabra interior)

Estas palabras del Padre nos recuerdan a aquella frase de oro atribuida a San Agustín: “Ama y haz lo que quieras.”

Conforme a esta máxima, el amor es el criterio definitivo para actuar y, de por sí, conduce a la acción correcta. En consecuencia, nuestra tarea es buscar el verdadero amor, reconocerlo, beber de él y vivir en él.

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NO PERDER EL ÁNIMO

“No te desanimes cuando el mal parezca triunfar. Son victorias pírricas, victorias ficticias, después de las cuales viene la derrota y la separación definitiva entre el bien y el mal” (Palabra interior).

Cuando notamos cómo el mal parece triunfar en el mundo y a nuestro alrededor, la gran tentación que nos sobreviene es la de perder el ánimo, tirar la toalla e indirectamente darle así mayor poder al mal. ¡Pero no debería ser así!

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DAD GRACIAS CON ALEGRÍA

“Dad gracias con alegría al Padre que os hizo dignos de participar en la herencia de los santos en la luz” (Col 1,11c-12).

Cuando contemplamos las obras de la Creación y la obra de la Redención, nuestra mirada se eleva al Padre Celestial y nos vemos impulsados a darle gracias; más aún, a darle gracias con alegría, como nos exhorta San Pablo.

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LA VICTORIA DEL AMOR

Antes de que llegue la hora de su Pasión, Jesús se dirige al Padre y le dice: “Yo te glorifiqué en la tierra habiendo terminado la obra que me diste que hiciera.” (Jn 17,4).

Jesús actúa en Nombre del Padre Celestial y nos muestra así hasta qué punto Él se preocupa por nuestra salvación, entregándonos su amor hasta el extremo: “Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo único” (Jn 3,16). ¡Esta es la gran obra de la Redención!

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