LA VIDA ETERNA 

“Ésta es la voluntad de mi Padre: que quien vea al Hijo y crea en él tenga vida eterna” (Jn 6,40).

Ésta es la maravillosa y santa Voluntad de nuestro Padre: conceder a todos los hombres la vida eterna y conducirlos así a su Reino celestial. Todos sus esfuerzos tienen esta meta: que cada persona –aunque sea en su último suspiro antes de morir– se convierta sinceramente a su Padre Celestial e invoque su Nombre.

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EL PEQUEÑO REBAÑO 

“No temáis, pequeño rebaño, porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el Reino” (Lc 12,32).

El pequeño rebaño… Son aquellos que permanecen fieles al Padre aun en medio de la tribulación. Aunque surjan persecuciones porque el mundo rechaza el Evangelio, aunque la confusión penetre incluso en la Iglesia, aunque se ciernan sobre la humanidad plagas apocalípticas y los poderes anticristianos pretendan dominar el mundo, nuestro Padre preservará a los suyos.

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LAS BUENAS OBRAS 

“Alumbre así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre, que está en los cielos” (Mt 5,16).

Las obras del Señor que realizamos y la luz en que vivimos por gracia de Dios han de dar testimonio de la amorosa presencia de nuestro Padre Celestial en este mundo.

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ANÁLISIS DEL OBISPO CAILLOT 

 

En contexto con la meditación de ayer, quisiera hoy citar una parte de las conclusiones publicadas en ese entonces, tras una larga y rigurosa investigación, por el obispo local de la diócesis de Grenoble, donde tuvieron lugar las apariciones de Dios Padre a Sor Eugenia Ravasio:

“El encargo preciso [de Dios Padre] es el siguiente: dar a conocer al Padre y honrarlo, sobre todo a través de la instauración de una Fiesta especial, que se pide a la Iglesia. La investigación ha demostrado que una Fiesta litúrgica en honor al Padre estaría perfectamente en línea con el conjunto del culto católico; y en conformidad con la expresión tradicional de la oración católica, que es una elevación al Padre, a través del Hijo, en el Espíritu, tal como lo muestran las oraciones de la Misa y la oblación litúrgica al Padre en el Santo Sacrificio.

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EL GRAN DESEO DEL PADRE 

“¡Oh! Quisiera que comprendieras la magnitud de esta obra; su grandeza, su amplitud, su profundidad, su altura…” (Mensaje del Padre a Sor Eugenia Ravasio).

Dios Padre dirige estas palabras al Papa Pío XI y a su sucesor Pío XII, así como ciertamente también a todos los papas posteriores. Pero hasta el día de hoy no ha sido instaurada la Fiesta litúrgica que nuestro Padre pide en su honor, ni se ha fomentado una veneración especial suya.

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UNA RELACIÓN MADURA CON DIOS PADRE 

“Hoy quiero añadir que la apertura a Cristo, que en cuanto Redentor del mundo revela plenamente el hombre al mismo hombre, no puede llevarse a efecto más que a través de una relación cada vez más madura con el Padre y con su amor” (Encíclica “Dives in misericordia”, Papa Juan Pablo II).

El Papa Juan Pablo II habla de una relación cada vez más madura con nuestro Padre, que ayudará a que el mundo se abra al Salvador.

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LA FECUNDIDAD DEL AMOR 

“Vive para mí, y entonces te haré fecundo para muchas almas” (Palabra interior).

Esta palabra se aplica a muchas personas. Siempre que entregamos nuestra vida por completo a nuestro Padre Celestial, de tal manera que Él, en su amor, puede tomar posesión de nosotros, nuestra vida se vuelve fecunda. Es al Señor mismo a quien se debe esta fecundidad, porque cada obra que Él mismo realice en nosotros comunicará su amor a las personas.

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EL GRAN ‘SÍ’ DE NUESTRO PADRE

“Cuando me iba formando, y entretejiendo en lo profundo de la tierra, tus ojos veían mis acciones, se escribían todas en tu libro; calculados estaban mis días antes que llegase el primero” (Sal 138,16).

Si somos capaces de mirar más allá de nuestro estrecho horizonte y de la limitada percepción de nuestra vida, nos encontraremos con el amor de nuestro Padre, que trasciende el tiempo y el espacio. Desde siempre fuimos amados por Dios y desde toda la eternidad Él quiso que existiéramos. Así, un gran “sí” se alza sobre nuestra vida.

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NUESTRA MEDIDA ES EL ARDIENTE AMOR DE DIOS 

“Vuestra medida no son las sombras; sino el fuego de mi amor” (Palabra interior).

Sin duda vivimos en tiempos muy marcados por la sombra espiritual que se cierne sobre el mundo. Pero esta sombra no debe enturbiarnos ni convertirse en la medida de nuestra vida, aunque aumente día tras día. Una y otra vez nuestro Padre Celestial nos exhorta a elevar nuestros ojos a Él y nos da a entender que su respuesta al creciente alejamiento del hombre será un amor más grande aún, con el fin de salvarlo.

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