“Las almas necesitan ser tocadas con ciertas caricias divinas y el tiempo apremia. ¡No temáis nada! ¡Yo soy vuestro Padre! Yo os ayudaré en vuestros esfuerzos y en vuestro trabajo” (Mensaje del Padre a Sor Eugenia Ravasio). leer más
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LAS BUENAS OBRAS QUE DIOS DISPUSO QUE PRACTICÁRAMOS
“Somos hechura suya, creados en Cristo Jesús, para hacer las buenas obras, que de antemano dispuso Dios que practicáramos” (Ef 2,10).
EL VESTIDO DE BODAS PARA LA HUMANIDAD
“La humanidad necesita el vestido de bodas para acudir al Banquete del Cordero en el tiempo y en la eternidad” (Palabra interior). leer más
ORACIÓN INTERIOR
“Permanece en oración interior” (Palabra interior).
Si queremos permanecer en íntimo contacto con nuestro Padre Celestial, difícilmente encontraremos un medio más apropiado que la oración interior, el constante diálogo con Dios. Éste consiste tanto en escuchar atentamente –pues reconocemos su voz–, como también en elevar nuestro corazón a nuestro Padre.
“AHUYENTA AL GRUÑÓN”
“Ahuyenta al gruñón. No actúa por encargo mío. Por tanto, no le prestes atención” (Palabra interior).
El “gruñón” hace alusión a aquellos espíritus que intentan perturbarnos en nuestro camino de seguimiento de Cristo. Influyen en nuestros sentimientos y pensamientos, queriendo apoderarse de ellos e importunándonos de diversas maneras.
LA VERDAD RECLAMA SU DERECHO
“La verdad reclama su derecho, pues sin ella no puede entenderse ni mi amor ni mi misericordia” (Palabra interior).
Cuando escuchamos la palabra “amor” y “misericordia”, nuestro corazón se abre de par en par, pues sabemos bien que “Dios es amor” y que vivimos de su misericordia. Sin embargo, los términos no deben desvirtuarse. En ese sentido, a veces es necesario hablar del “verdadero amor” y de la “verdadera misericordia”, para recalcar que también estas bellas palabras pueden malinterpretarse.
LA VERDAD RECLAMA SU DERECHO
“La verdad reclama su derecho, pues sin ella no puede entenderse ni mi amor ni mi misericordia” (Palabra interior).
LA VERDADERA DIGNIDAD
“Él ha hecho de nosotros una estirpe real, sacerdotes para su Dios y Padre” (Ap 1,6).
UNA GRAN RECOMPENSA
“Vosotros, mis santos, afrontasteis la lucha en el mundo; pero Yo os daré la recompensa por vuestras fatigas” (Antífona para la memoria de los santos Odón, Mayolo, Odilo y Hugo, Diurnal Monástico).
La batalla es ineludible, y si la libramos de forma correcta nos espera una gran recompensa, como sólo Dios puede darla.
VESTIDO DE PERLAS Y BROCADO
“Escucha, hija, mira: inclina el oído, olvida tu pueblo y la casa paterna; prendado está el rey de tu belleza: póstrate ante él, que él es tu señor” (Sal 44,11-12).
¡He aquí el llamado del Rey Celestial a darle nuestro amor indiviso! Estos versos expresan el anhelo del Padre por el alma del hombre, a la que quiere convertir en una reina en su Reino de amor, si tan sólo ella inclina el oído, escucha su llamado y deja todo atrás para seguir al Señor. Entonces, el alma recibe su más noble dignidad de manos del Padre Celestial, quien la adorna espléndidamente y la reviste con un vestido “de perlas y brocado” (cf. Sal 44,14-15).