AMIGOS DE VERDAD 

“Ellos [los santos ángeles] serán tus más fieles amigos y te asistirán en todo” (Palabra interior).

Nuestro Padre no sólo nos acompaña Él mismo y habita en nosotros, sino que además envía a sus santos ángeles para que tengamos comunión con ellos. Él quiere que sean nuestros acompañantes y que estén unidos a nosotros en su amor. Hemos de tener una verdadera amistad con ellos y deleitarnos en estos poderosos ayudantes.

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“YO, EL SEÑOR, SONDEO EL CORAZÓN”

 “Nada hay tan engañoso como el corazón. No tiene remedio. ¿Quién puede comprenderlo? ‘Yo, el Señor, sondeo el corazón y examino los pensamientos’” (Jer 17,9-10).

Ayer reflexionábamos sobre el corazón que, tras haber sido puesto a prueba, ha demostrado su fidelidad a Dios, como fue el caso del Profeta Jeremías. Hoy, en cambio, se nos recuerda el deplorable estado de nuestro corazón, del que también el Señor nos advierte en el Evangelio (cf. Mt 15,19). Para que un corazón resista la prueba, necesita atravesar primero una purificación, porque a menudo ni siquiera está consciente de su maldad.

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EL AMOR DE JESÚS POR SU PADRE

“El mundo debe conocer que amo al Padre y que obro tal y como me ordenó” (Jn 14,31).

En estas palabras, el Señor expresa el gran amor de su Corazón: es su Padre Celestial.

Quizá solemos tener más presente el amor de Jesús por nosotros, los hombres, y con justa razón decimos que nunca podremos agradecerle lo suficiente por lo que ha hecho por nuestra salvación. Sin embargo, si queremos comprender mejor el Corazón de nuestro Salvador, debemos asimilar profundamente estas palabras del Evangelio de San Juan: “El mundo debe conocer que amo al Padre y que obro tal y como me ordenó.” Esto es lo que le mueve y lo que quiere que entendamos: Su amor por el Padre Celestial.

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“YO SOY TU FUTURO”

“Yo soy tu futuro” (Palabra interior).

¡Cuánto nos gustaría a veces echar una mirada a nuestro futuro! No pocas personas se ven tentadas a intentarlo de diversas maneras y acaban en prácticas cuestionables.

En Dios, en cambio, no es difícil ver el futuro, porque Él mismo es nuestro futuro. Esto basta, porque lo dice todo.

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“EL PODEROSO HA HECHO OBRAS GRANDES POR MÍ”

 “El Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su Nombre es santo” (Lc 1,49).

¡Cuánto se complace nuestro Padre Celestial en la Virgen María, que acogió plenamente su llamado y se convirtió así en Madre de su Hijo! ¿Podríamos imaginar una elección de Dios más digna que la Virgen de Nazaret, que estaba preparada para dar su consentimiento a la enorme gracia que el Señor le mostraba y a cooperar con su “fiat” en el plan de la salvación?

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