“SI ALGUNO AMA AL MUNDO…”

 “Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él” (1Jn 2,15).

Como nos dice el Evangelio, “nadie puede servir a dos señores” (Mt 6,24). Nuestro corazón ha de pertenecer indivisamente al Padre Celestial, y entonces aprenderemos a amar al mundo con el amor del Padre: “Tantó amó Dios al mundo que entregó a su Hijo unigénito” (Jn 3,16).

leer más

AGRADECER AL PADRE CON ALEGRÍA

Cuando empezamos a dar gracias de corazón a nuestro Padre, nos adentramos cada vez más profundamente en la realidad de nuestra existencia. Vamos descubriendo más y más cuánto nos ha dado. Todo lo que a menudo damos por sentado, se nos convierte desde esta perspectiva en un motivo para agradecer incesante y alegremente al Padre, y nos permite crecer en la consciencia de su amor por nosotros.

En la Carta a los Colosenses, San Pablo exhorta a dar gracias con alegría: “Dad con alegría gracias al Padre, que os hizo capaces de participar en la luminosa herencia de los santos” (Col 1,11b-12).

leer más

LA LONGANIMIDAD DEL PADRE

“El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad” (Sal 144,8).

Una de las maravillosas cualidades de nuestro Padre es su longanimidad. Él nos espera con paciencia. Una y otra vez les ofrece a los hombres la posibilidad de convertirse y lucha hasta el último momento para salvarlos.

leer más

EL TEMOR DEL SEÑOR

„Venid, hijos, escuchadme: os instruiré en el temor del Señor“ (Sal 33,12) -nos dice el salmista, y el Libro de los Proverbios recalca: “Inicio de la sabiduría es el temor del Señor“ (Prov 9,10).

Conocemos el temor de Dios como uno de los siete dones del Espíritu Santo. Éste nos enseña una gran delicadeza en nuestro trato con Dios, que luego repercutirá también en el trato con el prójimo.

leer más

“CONTEMPLADLO Y QUEDARÉIS RADIANTES” 

 “Contempladlo, y quedaréis radiantes, vuestro rostro no se avergonzará”  (Sal 33,6).

Cuando intentamos elevar siempre nuestra mirada al Padre, toda nuestra vida queda iluminada y transfigurada por su luz. La vida se vuelve transparente, porque, cuando vivimos conscientemente bajo la mirada de nuestro Padre, nada impuro puede resistir. San Benito instaba a sus monjes a vivir siempre en la consciencia de la presencia de Dios.

leer más

NUESTRO PADRE NOS CONOCE

“Tú me conoces cuando me siento o me levanto, de lejos penetras mis pensamientos” (Sal 138,2).

Sabiendo que Tú, amado Padre, nos creaste por amor y nos encomendaste una misión en este mundo, podemos movernos libremente ante ti, como hijos redimidos. Nuestra sujeción a ti nos hace libres para vivir en este mundo y tratar con él conforme a tu Voluntad.

leer más

LOS DESIGNIOS DE DIOS

“¡Cuán insondables son sus designios e inescrutables sus caminos!” (Rom 11,33b).

¡Cuántas veces comprendemos apenas más adelante lo que nuestro Padre ha hecho y permitido para nuestro bien!

En efecto, los caminos de Dios no están simplemente expuestos ante nuestros ojos como un libro abierto, en el que podemos leer todo en detalle y encontrarlo minuciosamente trazado. Sin embargo, existe un “plan divino” para cada uno de nosotros.

leer más

DIOS NOS HA AMADO DESDE SIEMPRE

“Conocías hasta el fondo de mi alma, no desconocías mis huesos, cuando, en lo oculto, me iba formando, y entretejiendo en lo profundo de la tierra” (Sal 138,15).

Cuando fuimos marcados con la cruz de ceniza, escuchamos las palabras: “Recuerda que eres polvo y al polvo volverás” (cf. Gen 3,19). Son palabras que nos sitúan en toda nuestra condición de criaturas, pues de Dios venimos y a Él volvemos. Nuestro cuerpo será transformado para la vida eterna. Esta es otra de las obras de nuestro amado Padre que aún esperamos, porque “es necesario que este ser corruptible se revista de incorruptibilidad” (1Cor 15,55).

leer más