“NO FATIGAR EL ALMA”

 

«Evita las cosas irrelevantes que entorpecen, paralizan, quitan fuerza e impulso y fatigan el alma» (Palabra interior).

La frase de hoy no se refiere a una recreación y descanso legítimos, sino a la distracción de nuestras vidas. Con facilidad nos desviamos de lo esencial y nos perdemos en trivialidades. En una época en la que los medios de comunicación y los teléfonos móviles dominan en exceso la vida de las personas, quizá ya ni siquiera notemos la distracción. Puede que ya nos hayamos acostumbrado a ese ritmo de vida disperso y agitado, e incluso que nos sintamos a gusto con él.

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“DAR FRUTOS CADA DÍA”  

«Si el hombre supiera cuánto puede ganar en un solo día, su corazón se ensancharía de alegría en cuanto despertara del sueño, a sabiendas de que ha amanecido un nuevo día en el que puede alabar a Dios y multiplicar su recompensa para gloria suya, y se vería animado y fortalecido a lo largo de todo el día para cuanto tenga que realizar y soportar» (Santa Matilde de Hackeborn).

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“CRISTO VIVE EN MÍ”  

«Traed todo ante mí para que tome posesión de ello y me proclame a través vuestro» (Palabra interior).

En el seguimiento del Señor, todo en nosotros debe transformarse. Hemos de convertirnos en «hombres nuevos», en «personas espirituales», como nos enseña el Apóstol de los Gentiles (cf. 1 Cor 3, 1). Esto significa que el Espíritu Santo toma cada vez más las riendas y nosotros seguimos dócilmente sus instrucciones, de manera que nuestros pensamientos y acciones se transforman bajo su influjo. Entonces, ya no son principalmente los impulsos naturales los que determinan nuestra vida, sino que, con la gracia de nuestro Padre Celestial, aprendemos a comprender la perspectiva de Dios y a regirnos por ella.

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“LA TRANSFORMACIÓN DEL CORAZÓN”  

«Ecce enim veritatem dilexisti (Te gusta un corazón sincero)» (Sal 50,7).

Conocemos las palabras del Profeta Jeremías sobre el corazón retorcido: «El corazón es lo más retorcido, no tiene arreglo: ¿quién lo conoce?. Yo, el Señor, exploro el corazón, examino el interior del hombre, para dar a cada cual según su conducta, según el fruto de sus obras» (Jer 17,9).

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