UNA BRÚJULA INTERIOR

“El gozo de este mundo es efímero. No puede perdurar si no está relacionado conmigo” (Palabra interior).

El Espíritu del Señor nos enseña a no detenernos en los placeres de esta vida terrenal. Ciertamente podemos considerarlos como regalos de nuestro Padre Celestial e integrarlos como tales en nuestra vida. Pero sólo adquieren su verdadera belleza cuando los acogemos como una expresión de la bondad del Señor y le damos las gracias por ellos.

leer más

REPOSO SERENO

“En paz me acuesto y en seguida me duermo,
porque tú solo, Señor, me haces vivir tranquilo”
(Sal 4,9).

¡Dichoso aquel que aplica estas palabras del salmo! No temerá “el espanto nocturno” (Sal 90,5), y aunque los sueños inquietantes quieran perturbarlo, no perderá la paz del corazón, porque sabe que el Señor vela sobre él.

leer más

“AHORA HAS DESPERTADO”

«¡Abandónate completamente a la guía de Dios!» (Palabra interior).

Nuestro Padre quiere conducir cada vida que Él ha creado hacia la destinación que le confirió. Cuando una persona se somete en obediencia a Él, cumple el requisito indispensable para aprender a comprender las instrucciones del Señor. Las entenderemos cada vez más sutilmente en la medida en que percibamos la presencia del Espíritu Santo en nosotros y pongamos en práctica estas palabras de Jesús: “Buscad primero el Reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas se os darán por añadidura” (Mt 6,33).

leer más

AMAR AL PADRE; NO AL MUNDO

“Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él” (1Jn 2,15).

Es cierto que, en su Evangelio, San Juan afirma que “tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo Unigénito” (Jn 3,16) para salvar a la humanidad. Pero este amor es fundamentalmente distinto del que menciona el Apóstol en su carta. El amor de Dios por el mundo es un amor que salva, llamando al hombre del pecado a la luz; de la confusión a la verdad.

leer más