“Vive en la certeza de mi amor y entonces te volverás capaz de amar” (Palabra interior).
“Haré de tu corazón un trono de mi gloria y de mi misericordia” (Palabra interior).
“Los hombres tienen que conocerme mejor. Necesitan la llave de David para abrir la puerta de mi corazón, esa llave que mi Hijo obtuvo y concedió a toda la humanidad” (Palabra interior).
“Es necesario que sea conocido, amado y honrado por los hombres, para que, después de haberlos creado, pueda yo ser su Padre, luego su Salvador y finalmente la causa de su felicidad eterna” (Mensaje del Padre a Sor Eugenia Ravasio).
“Muchas veces y de muchas maneras habló Dios en el pasado a nuestros Padres por medio de los Profetas. En estos últimos tiempos nos ha hablado por medio del Hijo, a quien constituyó heredero de todo y por quien también hizo el universo” (Hb 1,1-2).
“No tengas miedo de tu debilidad. ¡Yo soy tu fuerza!” (Palabra interior).
“A los que amo, los reprendo y corrijo” (Ap 3,19) –nos dice el Señor en el Libro del Apocalipsis, y es una gracia experimentarlo. En efecto, el amor de nuestro Padre a nosotros no sólo es un amor tierno y cálido que nos da seguridad y nos cobija; sino que es también un amor que nos forma. Él quiere educarnos para que avancemos en el camino espiritual.
“Quiero proteger a la juventud, como un tierno padre (…). ¡Oh, vosotros que estáis especialmente necesitados de alguien que os proteja en la vida, para que podáis evitar el mal, venid a mí! ¡Yo soy vuestro Padre, que os ama más de lo que cualquier otra criatura podrá amaros jamás!” (Mensaje del Padre a Sor Eugenia Ravasio).