“Oh, Jesús mío, sé que para ser útil a las almas debo anhelar la unión más íntima contigo, que eres el amor eterno” (Santa Faustina Kowalska).
Nuestra fecundidad para la salvación de las almas depende de la intimidad de nuestra unión con Dios. Cada día se nos invita a profundizar en nuestro amor al Señor y, a través de Él, a estar cada vez más unidos a nuestro Padre celestial. De hecho, Jesús nos ha introducido en este amor, como pone de manifiesto en su oración sacerdotal del Evangelio de San Juan: