MEDITACIONES PARA LA CUARESMA: “¡No hay situación desesperada para Dios!”

 

La «discreción» nos ha llevado a reconocer la crisis actual de la Iglesia como un peligro para los fieles, a percibir cómo su testimonio para el mundo se ha oscurecido y a ver, más allá del ámbito humano, a los «principados y potestades» que traman maldades contra «el Señor y su ungido», y que a menudo son los que mueven los hilos de todo aquello que usurpa la gloria a Dios y perjudica a los hombres.

Para tener un cuadro más exhaustivo en el sentido del discernimiento de los espíritus, también conviene que echemos un vistazo a la situación actual del mundo. No es difícil constatar que naciones enteras se encuentran bajo el dominio de las tinieblas. Incluso países que en otros tiempos eran cristianos han abierto las puertas a grandes males, introduciendo políticas abstrusas, tales como el aborto, la ideología de género, entre otras. Como resultado, los poderes del mal han logrado que tales estados –con unas pocas excepciones– pertenezcan a aquellos reinos sobre los cuales gobierna Satanás. Si a esto sumamos las guerras y las injusticias asociadas a ellas, nos encontraremos frente a un mar de espanto, lleno de corrupción e impureza.

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HACIA UNA MAYOR FECUNDIDAD

“Oh, Jesús mío, sé que para ser útil a las almas debo anhelar la unión más íntima contigo, que eres el amor eterno” (Santa Faustina Kowalska).

Nuestra fecundidad para la salvación de las almas depende de la intimidad de nuestra unión con Dios. Cada día se nos invita a profundizar en nuestro amor al Señor y, a través de Él, a estar cada vez más unidos a nuestro Padre celestial. De hecho, Jesús nos ha introducido en este amor, como pone de manifiesto en su oración sacerdotal del Evangelio de San Juan:

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NO TE DEJES DESANIMAR

 

“Nunca te dejes desanimar. Tenemos la mirada puesta en ti y no permitiremos que te suceda más de lo que puedas soportar”(Palabra interior).

En nuestro camino de seguimiento del Señor, pueden presentarse situaciones en las que necesitaremos especialmente estas palabras. A veces —o incluso frecuentemente—, nuestro Padre permite que sucedan cosas difíciles de afrontar, ya sea a nivel personal o en el mundo y en la Iglesia. Son cruces que tenemos que cargar, cuyo sentido nos parece difícil de entender y que solo podemos superar a través de la fe. En tales circunstancias, nos desanimamos con facilidad.

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MEDITACIONES PARA LA CUARESMA: “El influjo de las tinieblas”  

En el sentido de la “discretio”, resulta ineludible abordar la crisis actual de la Iglesia, porque, ¿cómo podríamos si no sacar las conclusiones correctas para afrontarla como discípulos del Señor? Si la pasamos por alto, seguiremos comportándonos como si nada hubiera cambiado y terminaremos convirtiéndonos nosotros mismos en portadores de  los errores modernistas. Si incluso estamos de acuerdo con tales errores, entonces, aun sin darnos cuenta, estamos trabajando en el bando de aquellos que quieren destruir a la Iglesia o transformarla en una institución humanitaria, como lo describió tan acertadamente el filósofo Dietrich von Hildebrand. Si callamos a pesar de percibir los errores, entonces deberíamos tomarnos a pecho las siguientes palabras del Papa Félix III: “No oponerse a un error es consentirlo, y no defender la verdad es reprimirla.”

Por otro lado, la constatación de que la jerarquía eclesiástica ha emprendido un rumbo equivocado no debe sacudirnos ni confundirnos hasta el punto de llevarnos a la resignación o a abandonar la Iglesia y adherirnos a otra denominación. Esa sería una conclusión errónea. La Iglesia católica sigue siendo la Iglesia fundada por Cristo, incluso cuando sea atacada desde dentro y desde fuera.

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MEDITACIONES PARA LA CUARESMA: “La luz se oscurece”

En la meditación de ayer, al profundizar en el discernimiento de los espíritus, señalamos algunas derivas de la jerarquía eclesiástica que pueden afectar concretamente a la vida de los fieles. Pero es aún más trágico el hecho de que el rostro de la Iglesia se desfigure de tal manera que, en lugar de ser el faro del Evangelio para las naciones, se adapta al espíritu del mundo en muchos ámbitos.

Debemos cobrar conciencia una y otra vez de que la tarea más esencial de la Iglesia consiste en llevar a los hombres la salvación que el Padre Celestial les ofrece. En otras palabras, tal y como se ha entendido la evangelización hasta el día de hoy, se trata de la salvación de las almas. El hombre no es capaz de salvarse a sí mismo de su miseria, sino que necesita la gracia de Dios, que se le ofrece en Jesucristo. Una vez que abraza la fe, la Iglesia acompaña al creyente con todos los medios que Dios le ha confiado.

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NUNCA DUDES EN DECIR LA VERDAD

“¡Nunca dudes en decir la verdad!” (Palabra interior).

La verdad es un bien invaluable. Sin ella, todo se difumina y la realidad adopta rasgos ilusorios. Como cristianos, hemos tenido la dicha de conocer a Aquel que es la verdad misma (Jn 14,6) y que viene a nosotros desde el trono del Padre. Ante el procurador Pilato, Jesús declara: “Para esto he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad” (Jn 18,37); es decir, para anunciar al Padre Celestial de quien todo procede.

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MEDITACIONES PARA LA CUARESMA: “Repercusiones concretas de las falsas doctrinas”

Aplicando la «discreción» tal y como se la entiende en la terminología eclesiástica, hemos dirigido nuestra atención en primer lugar a la situación actual de la Iglesia. La meditación de ayer concluyó con algunas reflexiones del filósofo Dietrich von Hildebrand, caracterizado por su don de discernimiento. Sin adoptar posiciones extremas, sí observó con mucha precisión las tendencias nocivas en la Iglesia, sobre todo después del Concilio Vaticano II.

Tanto Hildebrand como otros señalaron que la profusión de acontecimientos negativos posconciliares no podía explicarse simplemente como errores aislados, sino que los enemigos de la Iglesia se propusieron destruirla desde dentro o transformarla en una especie de institución humanitaria. Esto último resulta particularmente peligroso, porque quizá uno no lo nota de inmediato y piensa que se trata de un humanismo cristiano, como sucede con la encíclica Fratelli tutti, que es capaz de confundir a los fieles.

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EL TRAJE DE BODA

 

“Nadie está excluido de mi amor; todos están llamados y convidados. Sin embargo, deben revestirse con el traje de boda que mi Hijo ha otorgado a la humanidad” (Palabra interior).

El corazón de nuestro Padre está abierto de par en par a todos los hombres, ¡nadie está excluido de su amor! Todos están llamados a acercarse al trono de su misericordia. Por eso el Padre envía a sus mensajeros para que los hombres conozcan su amor. Sin embargo, aunque este amor sea ilimitado e inagotable, existe una condición para que el hombre pueda recibirlo y vivir en él. Debe revestirse con el traje de boda del Cordero, que el Señor adquirió en la cruz para la humanidad, cumpliendo plenamente la voluntad del Padre Celestial.

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MEDITACIONES PARA LA CUARESMA: “La discreción aplicada a la situación de la Iglesia”

El objetivo de nuestras meditaciones cuaresmales es convertirnos en mejores discípulos del Señor, discípulos que, con gran convicción, den testimonio del amor de nuestro Padre en estos tiempos difíciles. Su amor se nos ha revelado de una manera singular en su Hijo Jesucristo.

Gracias a los padres del desierto, conocimos el término «discreción», que tiene un significado amplio relacionado con el «discernimiento de los espíritus». Así, la discreción nos ayuda a distinguir con prudencia entre lo bueno y lo malo, lo verdadero y lo falso, lo auténtico y lo artificial. Más adelante, también aplicaremos esta virtud a nuestra vida espiritual para ver cómo podemos llevarla de tal manera que dé mucho fruto.

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LA JERARQUÍA DEL AMOR

“Es mejor arder que conocer” (San Bernardo de Claraval).

San Bernardo, que era un ardiente predicador, anuncia aquí la primacía del amor. Él era capaz de inflamar a sus oyentes con el amor de Dios y de presentarles la vida monástica de forma tan atrayente y con todos los elogios imaginables, que las madres empezaron a esconder a sus hijos de él para que no se fueran todos tras él al monasterio.

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