«Acude siempre a mí como un niño pequeño. Yo soy el más amoroso de los padres, que te comprende y te prepara» (Palabra interior).
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Martirio de San Juan Bautista
Jer 1,17-19
Lectura correspondiente a la memoria del Martirio de San Juan Bautista
En aquellos días, recibí esta palabra del Señor: “Cíñete los lomos, ponte en pie y diles lo que yo te mando. No les tengas miedo, que si no, yo te meteré miedo de ellos. Mira; yo te convierto hoy en plaza fuerte, en columna de hierro, en muralla de bronce, frente a todo el país: frente a los reyes y príncipes de Judá, frente a los sacerdotes y la gente del campo. Lucharán contra ti, pero no te podrán, porque yo estoy contigo para librarte.” -Oráculo del Señor. leer más
“EL AMOR LLEVA LA CARGA”
«Sin amor, somos una carga para nosotros mismos. Gracias al amor, nos soportamos unos a otros» (San Agustín).
Una verdadera conversión
Con gran alegría, nos fijamos hoy en San Agustín; cuya conversión trajo tanta bendición a la Iglesia. Podemos estar seguros de que la oración de su madre, Santa Mónica, y su batallar por él jugaron un papel importante para que Agustín finalmente encontrara el camino hacia Dios. Él mismo dejó por escrita su lucha en sus así llamadas “Confesiones”; un libro que siempre vale la pena leer. Empezó a escribirlo después de que resplandeció sobre él la luz de la fe; después de haber entendido cómo hay que vivir el seguimiento de Cristo.
San Agustín tuvo que recorrer un largo camino con muchas luchas. Algo que le resultó particularmente difícil fue vencer las apetencias de la carne. A continuación, escucharemos un pasaje tomado del Libro Octavo de las Confesiones de San Agustín, que nos da una perspectiva conmovedora del momento decisivo de su conversión:
“LA IGLESIA DEBE IMPREGNAR EL MUNDO”
«La Iglesia debe impregnar el mundo y no dejarse impregnar por él» (Palabra interior).
Sobre la hipocresía
Mt 23,27-32
En aquel tiempo, habló Jesús diciendo: “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, pues sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera parecen hermosos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia! Así sois también vosotros, que por fuera aparecéis justos ante los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía y de maldad. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, porque edificáis los sepulcros de los profetas y adornáis los monumentos de los justos, y decís: ‘Si nosotros hubiéramos vivido en el tiempo de nuestros padres, no habríamos participado con ellos en el asesinato de los profetas’! Diciendo eso atestiguáis contra vosotros mismos, pues confirmáis que sois hijos de los que mataron a los profetas. ¡Colmad también vosotros la medida de vuestros padres!”
“NUNCA PRUEBES EL DULCE VENENO”
«Guárdate del primer tropiezo, pues si no, seguirán más tropiezos y, finalmente, el hábito se convertirá en pecado. Nunca pruebes el dulce veneno, aunque te lo sirvan en copas de oro, pues la muerte es la consecuencia inevitable» (San José de Calasanz).
Los respetos humanos
1Tes 2,1-8
Bien sabéis vosotros, hermanos, que nuestra ida a vosotros no fue estéril, sino que, después de haber padecido sufrimientos e injurias en Filipo, como sabéis, confiados en nuestro Dios, tuvimos la valentía de predicaros el Evangelio de Dios entre frecuentes luchas. Nuestra exhortación no procede del error, ni de la impureza ni con engaño, sino que así como hemos sido juzgados aptos por Dios para confiarnos el Evangelio, así lo predicamos, no buscando agradar a los hombres, sino a Dios que examina nuestros corazones. Nunca nos presentamos, bien lo sabéis, con palabras aduladoras, ni con pretextos de codicia, Dios es testigo, ni buscando gloria humana, ni de vosotros ni de nadie. Aunque pudimos imponer nuestra autoridad por ser apóstoles de Cristo, nos mostramos amables con vosotros, como una madre cuida con cariño de sus hijos.
“EL MARTIRIO DEL AMOR”
La ceguera de los pastores
Mt 23,13-22
En aquel tiempo, habló Jesús diciendo: “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que cerráis a los hombres el Reino de los Cielos! Vosotros ciertamente no entráis, pero además impedís el paso a los que están entrando. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que recorréis mar y tierra para hacer un prosélito, y, cuando llega a serlo, lo hacéis hijo de la condenación el doble que vosotros! ¡Ay de vosotros, guías ciegos, que decís: ‘Si uno jura por el Santuario, eso no es nada; mas si jura por el oro del Santuario, queda obligado’! ¡Qué necios sois y qué ciegos! ¿Qué es más importante, el oro o el Santuario que hace sagrado el oro? Y también: ‘Si uno jura por el altar, eso no es nada; mas si jura por la ofrenda que está sobre él, queda obligado.’ ¡Qué ciegos estáis! ¿Qué es más importante, la ofrenda o el altar que hace sagrada la ofrenda? Quien jura, pues, por el altar, jura por él y por Aquel que lo habita. Y quien jura por el cielo, jura por el trono de Dios y por Aquel que está sentado en él.” leer más