V. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi (Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos)
R. Quia per Crucem tuam redemisti mundum (Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo).
“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” (Mt 27,46).
“Todo está cumplido” (Jn 19,30).
Estas son dos de las palabras que escuchamos de boca de Jesús antes de expirar, según el testimonio de los evangelios.
“Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” –exclama Jesús en representación nuestra, puesto que Él carga en la cruz todo el peso de nuestros pecados. El pecado nos separa de Dios, desfigura nuestro ser, nos desarraiga y nos conduce hacia el abismo de la nada: falta de sentido, desesperanza, dependencia del pecado y de aquel que quiere inducirnos a pecar…
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