“La mansedumbre, que es obra del Espíritu Santo en el alma, puede conquistar más corazones que la dureza” (Palabra interior).
Aquí se hace referencia a un maravilloso fruto del Espíritu Santo en nuestra alma. A través del Espíritu Santo, nuestro Padre edifica su Reino en nuestro corazón. Así lo expresa en el Mensaje a la Madre Eugenia: