ANÁLISIS DEL OBISPO CAILLOT 

 

En contexto con la meditación de ayer, quisiera hoy citar una parte de las conclusiones publicadas en ese entonces, tras una larga y rigurosa investigación, por el obispo local de la diócesis de Grenoble, donde tuvieron lugar las apariciones de Dios Padre a Sor Eugenia Ravasio:

“El encargo preciso [de Dios Padre] es el siguiente: dar a conocer al Padre y honrarlo, sobre todo a través de la instauración de una Fiesta especial, que se pide a la Iglesia. La investigación ha demostrado que una Fiesta litúrgica en honor al Padre estaría perfectamente en línea con el conjunto del culto católico; y en conformidad con la expresión tradicional de la oración católica, que es una elevación al Padre, a través del Hijo, en el Espíritu, tal como lo muestran las oraciones de la Misa y la oblación litúrgica al Padre en el Santo Sacrificio.

Sin embargo, por otra parte, es un hecho que no hay ninguna Fiesta específica en honor al Padre. La Trinidad es honrada como tal, el Verbo y el Espíritu Santo son honrados en su misión y manifestaciones externas; pero sólo el Padre no tiene una Fiesta propia, que centre la atención del pueblo cristiano en su Persona.

Una Fiesta litúrgica en honor al Padre tendría también el efecto de elevar nuestra mirada hacia Aquel a quien el Apóstol Santiago llamó “el Padre de las luces”, de quien procede “toda buena dádiva y todo don perfecto”.

Habituaría a las almas a valorar la bondad divina, los beneficios de Dios, su Providencia paternal, y a comprender que esta Providencia es en verdad la del Dios Trino, y es por su naturaleza divina, común a las Tres Personas, que Dios derrama sobre el mundo los inagotables tesoros de su infinita misericordia.

¿No sería esta Fiesta capaz de llamar [a las almas] a ofrecerse a sí mismas como oblación filial y generosa al Padre, única Fuente de la vida de la Santísima Trinidad en ellas?”

¡Que estas palabras del obispo Caillot nos animen a orar con insistencia por la instauración de una Fiesta litúrgica en honor de Dios Padre!