«Permaneced en mí, para que mi vida pueda fluir a través vuestro» (Palabra interior).
Esta frase se asemeja mucho a las palabras que conocemos del Evangelio de San Juan: «Permaneced en mí y yo en vosotros» (Jn 15,4). El Señor nos invita a entregarle nuestro corazón por completo y a vigilar para que este nunca se aleje de Él.