“MI HIJO SIEMPRE ME TUVO PRESENTE”

 

«Mira a mi Hijo: ¿No me tenía siempre presente? Lo mismo ha de suceder contigo» (Palabra interior).

Debemos imitar a Nuestro Señor Jesucristo en todo, y así seremos introducidos en el Corazón de nuestro Padre Celestial. Si lo intentamos día tras día y volvemos lo antes posible a Jesús en caso de haber perdido el camino, entonces nos resultará cada vez más natural tener la mirada puesta en nuestro Padre Celestial. Sabemos que Jesús no hacía nada sin antes elevar sus ojos al Padre Celestial para actuar en plena conformidad con Él. Santa Juana de Arco lo expresó de este modo: «Todas mis palabras y acciones están en manos de Dios; en todas las cosas espero en Él».

leer más

“MI AMIGO DIVINO” (Parte II)

 

Mi Amigo divino no viene a morar en mí sólo cuando ya he ordenado impecablemente mi casa interior. Antes bien, si se lo pido, Él mismo me ayuda en ello. Él no se arredra ante nada; sino que está dispuesto a mostrarme los rincones sucios que yo ni siquiera sería capaz de descubrir, y Él mismo se pone manos a la obra, pero siempre con una amabilidad encantadora y con gran perseverancia. Y es que Él quiere permanecer para siempre en mi alma y prepararla para la eternidad. Allí estará firme para siempre y nunca más podrá descarrilarse.

Esto representa un trabajo intenso para mi Amigo, y no sería posible en absoluto sin nuestro Salvador, que cargó nuestras culpas y las clavó en la Cruz (1Pe 2,24). ¡Qué bueno que Él sea un Amigo divino y que nunca se canse! Espero no ponérselo demasiado difícil. ¡Cuánto quisiera escucharle y obedecerle como lo hacen los santos ángeles!

leer más