«Mira a mi Hijo: ¿No me tenía siempre presente? Lo mismo ha de suceder contigo» (Palabra interior).
Debemos imitar a Nuestro Señor Jesucristo en todo, y así seremos introducidos en el Corazón de nuestro Padre Celestial. Si lo intentamos día tras día y volvemos lo antes posible a Jesús en caso de haber perdido el camino, entonces nos resultará cada vez más natural tener la mirada puesta en nuestro Padre Celestial. Sabemos que Jesús no hacía nada sin antes elevar sus ojos al Padre Celestial para actuar en plena conformidad con Él. Santa Juana de Arco lo expresó de este modo: «Todas mis palabras y acciones están en manos de Dios; en todas las cosas espero en Él».