PREPARACIÓN PARA PENTECOSTÉS: “Fuente del mayor consuelo”    

“Fuente del mayor consuelo. Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos.”

El Espíritu Santo es el consolador que el Señor nos ha otorgado. El Apóstol San Pablo nos dice: “Él nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que nosotros podamos consolar a los que se sienten atribulados, ofreciéndoles el consuelo que nosotros mismos recibimos de Dios” (2Cor 1,4).

Este consuelo que recibimos de Dios y estamos llamados a ofrecer a los atribulados puede extenderse a muchos ámbitos: consuelo en las necesidades materiales, cuando el Espíritu nos mueve a compartir con los demás; consuelo en la aflicción del alma, cuando el Espíritu nos ayuda a asistir a otros en sus dificultades, recordándoles que Dios está con ellos y nunca los abandona; consuelo en medio del sufrimiento de los hombres, para atestiguar que, aun en medio del dolor, Dios está presente.

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“UNA SOLA PALABRA DE GRATITUD”

«Si la palabra ‘gracias’ fuera la única oración que pronunciaras, sería suficiente» (Maestro Eckhart).

Podríamos vernos tentados a pensar que tales afirmaciones facilitan demasiado la salvación de los hombres. Pero recordemos también las palabras de Dios Padre a Sor Eugenia Ravasio, en las que dice que la persona que una sola vez le invoque sinceramente con el nombre de «Padre» no se condenará. Esto nos da una gran esperanza para la salvación de las almas, cimentada en la voluntad salvífica de Dios.

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