Evangelio de San Juan (Jn 4,1-15): La mujer junto al pozo

Cuando supo Jesús que los fariseos habían oído que él hacía más discípulos y bautizaba más que Juan, aunque no era Jesús quien bautizaba, sino sus discípulos, abandonó Judea y se marchó otra vez a Galilea. Tenía que pasar por Samaría. Llegó entonces a una ciudad de Samaría, llamada Sicar, junto al campo que le dio Jacob a su hijo José. Estaba allí el pozo de Jacob. Jesús, fatigado del viaje, se había sentado en el pozo. Era más o menos la hora sexta. Vino una mujer de Samaría a sacar agua. Jesús le dijo: “Dame de beber” (sus discípulos se habían marchado a la ciudad a comprar alimentos). Entonces le dijo la mujer samaritana: “¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy una mujer samaritana?” (porque los judíos no se tratan con los samaritanos). Jesús le respondió: “Si conocieras el don de Dios y quién es el que te dice: ‘Dame de beber’, tú le habrías pedido a él y él te habría dado agua viva”. 

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