“A Dios nadie lo ha visto jamás; el Dios Unigénito, el que está en el seno del Padre, él mismo lo dio a conocer” (Jn 1,18).
¿Cómo podremos agradecer lo suficiente a nuestro Padre por habérsenos revelado a través de su amado Hijo? Tendremos toda la eternidad para hacerlo, y nuestra gratitud nunca se extinguirá.