“Libra el noble combate confiando infinitamente en mí” (Palabra interior).
Nuestro Padre no nos exime del combate que inevitablemente tenemos que librar durante nuestra vida terrena. Éste hace parte de nuestra condición caída como seres humanos. Al mismo tiempo que tenemos que aspirar lo bueno, debemos también defendernos de los enemigos, tanto de dentro como de fuera, que quieren apartarnos de nuestro camino de seguimiento de Cristo.