EL ARCA DE SALVACIÓN 

“Entonces vi a otro ángel que subía del oriente, y llevaba el sello de Dios vivo. Con voz fuerte gritó a los cuatro ángeles a los que se les había encargado hacer daño a la tierra y al mar, diciéndoles: ‘¡No hagáis daño a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que hayamos sellado en la frente a los siervos de nuestro Dios!’” (Ap 7,2-3)

Cuando vivimos en estado de gracia, podemos esperar confiadamente el Retorno de nuestro Señor y, en medio de grandes turbulencias, podemos escapar de la “ira de Dios”.

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Destinados a la alabanza de Dios

Conforme a su Sabiduría, el Señor sabe integrar en Sus planes incluso nuestros extravíos, cuando nos entregamos a Él. En una meditación que escribí hace un tiempo sobre los dones del Espíritu Santo (Véase: http://es.elijamission.net/el-don-de-ciencia/), había dicho que el plan para nuestra vida sale a relucir cuando el don de ciencia actúa en nosotros, que es el que nos ayuda a reconocer que sólo en Dios y no en lo creado está nuestro hogar, y nos invita, por tanto, a desprendernos de forma adecuada de todo apego desordenado a lo creado. Entonces podremos notar con mayor claridad qué es lo que Dios tiene pensado para nuestra vida, y asumir así más profundamente nuestra vocación.

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