“Hijos míos, es verdad que me amáis y me honráis cuando decís la primera invocación del Padre Nuestro. Pero continuad con las otras peticiones y veréis: ‘Santificado sea Tu Nombre.’ ¿Mi Nombre es santificado?” (Mensaje del Padre a Sor Eugenia Ravasio).
Así como en el Nombre de Jesús está la salvación (cf. Hch 4,12) y los poderes del infierno tiemblan al oírlo, así sucede también cuando invocamos a Dios como nuestro Padre.