En esta Cuaresma, nos hemos propuesto ser mejores discípulos del Señor, sobre todo en vista de la gran confusión que sufre actualmente la Iglesia. El discípulo tiene la tarea de anunciar y glorificar a su Señor. Los contenidos principales del anuncio están establecidos en la Sagrada Escritura y en la auténtica doctrina de la Iglesia. Este es el criterio que nos guía, ya que, como discípulos, no actuamos en nuestro propio nombre, sino por encargo. Por tanto, no nos corresponde introducir nuestras propias ideas o contenidos ajenos al Evangelio, lo que debilitaría el testimonio de Cristo. También es importante que, en la medida de lo posible, nuestra vida sea coherente con lo que anunciamos, de manera que nuestro testimonio de palabra no se vea opacado por nuestra manera de vivir.