Todo está insertado en el plan de Dios

Is 10,5-7.13-16

Así dice el Señor: “¡Ay, Asiria, bastón de mi ira, vara que mi furor maneja! Voy a guiarla contra gente impía, contra el pueblo objeto de mi cólera, para que lo saqueen y lo pillen a placer, y lo pateen como el lodo de las calles. Pero él no pensaba así, ni su mente así lo estimaba, sino que su intención era arrasar y exterminar no pocos pueblos.” Porque dijo: “Con el poder de mi mano lo hice, con mi sabiduría, pues soy perspicaz; he borrado las fronteras de los pueblos, sus almacenes he saqueado, he abatido como un héroe a los reyes.

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La verdad compromete

Mt 11,20-24

En aquel tiempo, Jesús se puso a reprochar a los pueblos en los que había realizado la mayoría de sus milagros, porque no se habían convertido: “¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que se han hecho en vosotras, hace tiempo que se habrían convertido, cubiertos de sayal y sentados en ceniza. Por eso, os digo que el día del Juicio habrá menos rigor para Tiro y Sidón que para vosotras. Y tú, Cafarnaún, ¿pretendes encumbrarte hasta el cielo? ¡Pues hasta el Hades te hundirás! Por eso os digo que el día del Juicio habrá menos rigor para la tierra de Sodoma que para ti.”

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Sirve a tu Señor en verdadera humildad

Mt 23,8-12 (Evangelio correspondiente a la memoria de San Buenaventura)

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Vosotros no os dejéis llamar ‘Rabbí’, porque uno solo es vuestro Maestro; y vosotros sois todos hermanos. Ni llaméis a nadie ‘Padre’ vuestro en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre: el del cielo. Ni tampoco os dejéis llamar ‘Instructores’, porque uno solo es vuestro Instructor: el Cristo. El mayor entre vosotros será vuestro servidor. Pues el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado.” leer más

La suerte de los profetas

Am 7,12-15

En aquellos días, Amasías, sacerdote de Betel, dijo a Amós: “Vete, vidente; huye al país de Judá; come allí tu pan y profetiza allí. Pero en Betel no sigas profetizando, porque es el santuario real y la Casa del reino.” Amós respondió a Amasías: “Yo no soy profeta, ni hijo de profeta; soy pastor de ganado y picador de sicómoros. Pero Yahvé me tomó de detrás del rebaño y me dijo: ‘Ve y profetiza a mi pueblo Israel’.”

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Envía a tus profetas

Os 14,2-10

Así dice el Señor: “Vuelve, Israel, al Señor tu Dios, pues tus culpas te han hecho caer. Preparaos unas palabras, y volved al Señor. Decidle: ‘Quita toda culpa; acepta lo bueno; y en vez de novillos, ofrecemos nuestros labios. Asiria no nos salvará, no montaremos a caballo, y no diremos más ‘Dios nuestro’ a la obra de nuestras manos, oh tú, que te apiadas del huérfano’. –Yo sanaré su infidelidad, los amaré sin que lo merezcan, pues mi cólera se ha apartado de él. Seré como rocío para Israel; florecerá como el lirio y hundirá sus raíces como el Líbano. Sus ramas se desplegarán, su esplendor será como el del olivo y su fragancia como la del Líbano.

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La vida floreciente

Os 14,2-10

Así dice el Señor: “Vuelve, Israel, al Señor tu Dios, pues tus culpas te han hecho caer. Preparaos unas palabras, y volved al Señor. Decidle: ‘Quita toda culpa; acepta lo bueno; y en vez de novillos, ofrecemos nuestros labios. Asiria no nos salvará, no montaremos a caballo, y no diremos más ‘Dios nuestro’ a la obra de nuestras manos, oh tú, que te apiadas del huérfano’. –Yo sanaré su infidelidad, los amaré sin que lo merezcan, pues mi cólera se ha apartado de él. Seré como rocío para Israel; florecerá como el lirio y hundirá sus raíces como el Líbano. Sus ramas se desplegarán, su esplendor será como el del olivo y su fragancia como la del Líbano.

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El rechazo del evangelio y sus consecuencias

Mt 10,7-15

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Curad enfermos, resucitad muertos, purificad leprosos, expulsad demonios. Gratis lo recibisteis; dadlo gratis. No os procuréis oro, ni plata, ni cobre en vuestras fajas; ni alforja para el camino, ni dos túnicas, ni sandalias, ni bastón; porque el obrero merece su sustento. En la ciudad o pueblo en que entréis, informaos si hay en él alguna persona digna, y quedaos allí hasta que salgáis. Al entrar en la casa, saludadla. Si la casa es digna, llegue a ella vuestra paz; mas si no es digna, vuestra paz se vuelva a vosotros. Pero si no os acogen ni escuchan vuestras palabras, al salir de la casa o del pueblo aquel sacudíos el polvo de vuestros pies. Os aseguro que el día del Juicio habrá menos rigor para la tierra de Sodoma y Gomorra que para aquel pueblo.”

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En Dios nuestro corazón está ‘en casa’

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Os 10,1-3.7-8.12

Israel era Vid frondosa, acumulaba frutos: cuanto más fruto producía, más multiplicaba los altares; cuanto mejor era su tierra, mejores estelas construía. Su corazón está dividido, pero ahora lo van a pagar; él romperá sus altares, demolerá sus estelas. Entonces dirán: “No tenemos rey, porque no hemos temido al Señor, y el rey, ¿qué nos podría hacer?” ¡Se acabó Samaría! Su rey es como la espuma flotando sobre el agua. Serán destruidos, demolidos los altozanos de Bet Avén, el pecado de Israel. Cardos y zarzas cubrirán sus altares. Entonces dirán a los montes: “¡Aplastadnos!” y a las colinas: “¡Caed sobre nosotros!” Sembrad justicia, cosechad amor, cultivad lo que es barbecho; ya es tiempo de buscar al Señor, hasta que venga y llueva sobre vosotros la justicia. leer más

Obreros para la mies

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Mt 9,32-38

En aquel tiempo, presentaron e Jesús un mudo endemoniado. Y, tras expulsar al demonio, rompió a hablar el mudo. La gente, admirada, decía: “Jamás se vio cosa igual en Israel.” Pero los fariseos comentaban: “Por el Príncipe de los demonios expulsa a los demonios.” Jesús recorría todos los pueblos y aldeas, enseñando en sus sinagogas, proclamando la Buena Nueva del Reino y sanando toda enfermedad y dolencia. Al ver tanta gente, sintió compasión de ellos, porque estaban vejados y abatidos, como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: “La mies es mucha y los obreros pocos. Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies.”

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El amor de Dios nos corteja

Os 2,16.17b-18.20-22

Así habla el Señor: “Yo la seduciré, la llevaré al desierto y le hablaré a su corazón. Allí, ella responderá como en los días de su juventud, como el día en que subía del país de Egipto. Aquel día -oráculo del Señor- tú me llamarás: ‘Mi esposo’ y ya no me llamarás: ‘Mi Baal’. Aquel día haré para ellos una alianza con las fieras salvajes, con las aves del cielo y los reptiles de la tierra. Arco y espada y armas romperé en el país, y los haré dormir tranquilos. Yo te desposaré para siempre, te desposaré a precio de justicia y derecho, en el amor y la misericordia; te desposaré en la fidelidad, y tú conocerás al Señor.”  

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