SABIDURÍA AL GOBERNAR

“Le diste el mando sobre las obras de tus manos, todo lo sometiste bajo sus pies. Rebaños de ovejas y toros, y hasta las bestias del campo, las aves del cielo, los peces del mar, todo lo sometiste bajo sus pies. Señor, Dios nuestro, qué admirable es tu nombre en toda la tierra, en toda la tierra” (Sal 8,7-10).

En muchos ámbitos, nosotros los hombres podemos tener parte en la gloria del Padre. Si permanecemos en el camino de Dios, lograremos ejercer de la manera que Él lo dispuso el dominio que nos ha encomendado sobre la Creación.

En su sabiduría, nuestro Padre ha ordenado todo para nuestra vida. Lo que a nosotros nos corresponde es descubrir esta sabiduría en todas las cosas. Así, aun más allá de los estudios científicos, seremos capaces de percibir el amor del Padre en su buena Creación. Una vez que lo descubrimos, este amor nos enseñará a no destruir por avaricia y desconsideración todo aquello que Dios con tanta bondad nos ha puesto a disposición, sino a actuar como verdaderos hijos suyos. En efecto, San Pablo afirma en la Carta a los Romanos:

“Incluso la creación espera ansiosa y desea vivamente el momento en que se revele nuestra condición de hijos de Dios. (…) Latía en ella la esperanza de verse liberada de la esclavitud de la corrupción para participar en la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Pues sabemos que la Creación entera viene gimiendo hasta el presente y sufriendo dolores de parto” (Rom 8,19-22).

Si vivimos como hijos e hijas de Dios, poniendo de nuestra parte para que el Reino de Dios se haga realidad en la tierra, entonces también la Creación alcanzará su destinación más profunda.