PENSAR A LO GRANDE DEL AMOR DE DIOS 

“Todavía pensáis demasiado en pequeño de mi bondad y mi amor” (Mensaje del Padre a Sor Eugenia Ravasio).

Podemos interpretar estas palabras de nuestro Padre Celestial de varias maneras. Por una parte, es una afirmación que nos trae a la memoria las frecuentes exhortaciones de Jesús a sus discípulos por su falta de fe (cf. p.ej. Mt 16,9). Ciertamente nuestro Padre quiere hacernos entender que su bondad y su amor son inconmensurables, y que le apena mucho que aún no los conozcamos lo suficiente. Sabemos que Él quiere darnos todo en abundancia –más aún, en sobreabundancia–, y que somos nosotros quienes ponemos límites si aún no confiamos suficientemente en Dios, para que su amor se derrame sobre nosotros.

Esto es profundamente lamentable, pues ¡qué no podría suceder –tanto en lo que se refiere a nuestra vida personal como a nuestra misión– si pensáramos a lo grande de Dios! Pero no debemos quedarnos en lamentar y entristecernos de que sea así, como si estas palabras del Padre serían una realidad inmutable a la que tenemos que rendirnos. Antes bien, hemos de verlas como una invitación de nuestro Padre y un desafío de su amor.

Si las interpretamos en este sentido, se convertirán en una constante súplica a nuestro Padre. Así como los discípulos le pedían a Jesús: “Señor, aumenta nuestra fe” (Lc 17,5), así podemos llamar a la puerta del Padre para que acreciente nuestra confianza, a la vez que damos los pasos que corresponden para ello. Pidámosle al Espíritu Santo que nos ayude a pensar a lo grande de la bondad y del amor de Dios; a entenderlos más profundamente y a dejarnos inflamar por ellos.

Esto es un desafío, y si lo asumimos de la mano del Padre, ensanchará cada vez más nuestro corazón, porque “la medida del amor es amar sin medida”, como dice San Bernardo de Claraval.

Quien ama se olvida a sí mismo y se entrega por completo a un ‘Tú’, a nuestro Padre Celestial. Quizá a menudo radica aquí nuestra limitación. ¡Pero en adelante ya no debe ser así!

Quedémonos con estas palabras de San Francisco de Sales para nuestro camino: “Para poder acoger la gracia de Dios en nuestro corazón, éste no puede estar lleno de nosotros mismos.”