“OS OFREZCO NUEVAS GRACIAS” 

“Anhelo colmaros más y más de bendiciones. Por eso os ofrezco constantemente nuevas gracias y os traigo a la memoria aquellas que dejáis pasar sin aprovecharlas para vuestras almas” (Mensaje del Padre a Sor Eugenia Ravasio).

La bondad y la gracia de nuestro Padre Celestial son inagotables, y por eso anhela colmarnos con ellas. No se trata sólo de un deseo general de nuestro Padre de hacernos el bien; sino que éste es su anhelo más profundo. Nosotros a menudo no lo entendemos, y por eso fácilmente pasamos de largo ante aquello que Dios quiere concedernos o titubeamos a la hora de responder a sus deseos; nos detenemos en cosas innecesarias y tendemos a volvernos perezosos cuando se trata de cumplir con gran fervor lo que verdaderamente cuenta y lo que nos ha sido encomendado.

El Padre nos ofrece constantemente nuevas gracias, tomadas del “arca del tesoro de su amor”, porque se complace en colmarnos de este amor. En cierto modo, podríamos decir que el Señor apenas puede contenerse a la hora de concedernos las gracias que nos tiene preparadas. A menudo, somos nosotros mismos quienes ponemos límites.

Por tanto, Dios da en abundancia a aquellos que están dispuestos a recibir su gracia. “A todo el que tiene se le dará” –nos dice el Señor (Mt 25,29). Esto quiere decir que la persona que coopera con la gracia recibirá más y más; mientras que aquella que no la aprovecha puede incluso perder lo que creía tener.

Otra cosa más debemos tener en cuenta de las palabras que escuchamos hoy del Mensaje a Sor Eugenia: Nuestro Padre nos trae a la memoria aquellas gracias que ya hemos recibido, pero que aún no hemos sabido aprovechar para el bien de nuestras almas y para crecer en el amor. Se trata de una gran negligencia, porque con cada gracia que “dejamos tirada”, por así decir; con cada talento que escondemos en la tierra, por expresarlo en términos bíblicos (cf. Mt 25,18), no cumplimos la finalidad para la cual Dios nos los había concedido y no los hacemos fructificar.

Por eso, conviene que, con la ayuda de Dios, examinemos cuáles gracias Él ya nos ha concedido y nosotros quizá no hemos aprovechado aún, para no quedarnos demasiado lejos del plan que nuestro Padre, en su amor, ha trazado para nosotros; y para responder al menos un poco a su anhelo de colmarnos de gracias.