DIOS ME CONFORTA

“Todo lo puedo en Aquel que me conforta” (Fil 4,13).

Con estas palabras, San Pablo expresa cómo en todas las situaciones de su vida apostólica encontraba una salida porque sabía afrontarlas en el Señor. Así, nos da también a nosotros el sabio consejo de confiar firme e inquebrantablemente en Dios.

El Padre Celestial nunca nos exigirá algo que supere nuestras fuerzas. Él sabe bien lo que somos capaces de soportar y dónde están nuestros límites. Él quiere valerse de todo para nuestro crecimiento espiritual. Nosotros, en cambio, fácilmente corremos el peligro de dejar que las dificultades nos determinen hasta el punto de que nos aplasten, nos roben las fuerzas, nos quiten el valor, porque perdemos de vista a Dios.

En tales circunstancias, convendría interiorizar profunda y confiadamente las palabras de San Pablo, recitándolas como una oración del corazón cuando nos encontremos en angustia y tribulación y no cesando de repetirlas como una constante jaculatoria mientras estemos expuestos a una concreta situación difícil. Entonces nuestro Padre nos dará las fuerzas para afrontar lo que se nos presenta en ese momento, sin anticiparnos a pensar con ansiedad en las próximas situaciones que podrían o parecerían sobrevenirnos en el futuro.

Cada vez que hayamos superado una situación de crisis con esta actitud y le agradezcamos a nuestro Padre por ello, crecerá nuestra confianza y nos fortaleceremos para la próxima situación, que podría demandarnos una confianza mayor aún. Para que esto se convierta en una constante experiencia de su amor, es sumamente importante que cobremos consciencia de cada situación superada con la fuerza de Dios y le demos gracias por ello.

Debemos tener en claro que, para aplicar fructíferamente esta máxima de San Pablo, hace falta una decisión de nuestra voluntad: ¡Quiero vivir de tal manera que todo lo pueda en Aquel que me conforta! No me rendiré antes ni me dejaré arrastrar por la corriente de lo negativo. ¡Dios me dará la fuerza para ello!