DIOS ES EL MISMO

“Nada debéis considerar como un obstáculo en el camino hacia el Señor. No prestéis tanta atención a si estáis entusiasmados o desanimados. Hace parte de nuestra condición de destierro el cambiar así de un estado de ánimo al siguiente. En esos momentos, creed que Él nunca se muda, que en su bondad siempre se inclina sobre vosotros para atraeros y cobijaros” (Santa Isabel de la Santísima Trinidad).

Sabios consejos de una santa…

Con demasiada facilidad consideramos nuestro estado de ánimo momentáneo como el criterio para examinar nuestra relación con el Padre Celestial. Sin embargo, esto es erróneo, porque, como bien señala Sor Isabel de la Santísima Trinidad, nuestros estados emocionales pueden cambiar rápidamente. Además, a los espíritus del mal les gusta servirse de los sentimientos para atacarnos. A través de ellos, les resulta fácil confundirnos. Por ello, una de las cosas esenciales en la formación espiritual es no dejarse irritar por las fluctuaciones de los sentimientos.

Lo importante es fijar la mirada en Dios. Nuestro Padre no se muda. Y si no hemos hecho nada objetivo que pudiese apartarnos de Él y que deberíamos poner en orden, no hay motivo para inquietarnos sobre nuestra relación con Él.

Nuestro Padre es el puerto seguro, en el que encontramos nuestro hogar. Si traemos esto a nuestra memoria, haciendo un acto de fe, entonces la inquietud o la tempestad de las emociones se disipará y volverá la calma, como sucedió con aquella barca en medio de la tormenta en el mar de Galilea, que no se hundió porque el Señor increpó a los vientos (Mt 8,26).

En Él debemos poner nuestra mirada, sin dejarnos llevar por el impulso de la inquietud. Nuestro Padre nos verá cuando le busquemos y nos concederá su suave presencia, capaz de calmar todas las tempestades.