Oración, ayuno y limosna

Mt 6,1-6.16-18

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para que os vean; en tal caso no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos. Así que, cuando hagas limosna, no lo vayas trompeteando por delante como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; os aseguro que con eso ya reciben su paga. Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha. Así tu limosna quedará en secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.

leer más

¡Los ‘reyes Ajab’ de este mundo deben convertirse!

1Re 21,17-29

Después de la muerte de Nabot, Yahvé dirigió esta palabra a Elías tesbita: “Disponte a bajar al encuentro de Ajab, rey de Israel, que está en Samaría. En este momento se encuentra en la viña de Nabot, a donde ha bajado para tomar posesión de ella. Le hablarás así: Esto dice Yahvé: ¿Has asesinado y pretendes tomar posesión? Por esto, así habla Yahvé: En el mismo lugar donde los perros han lamido la sangre de Nabot, lamerán los perros también tu propia sangre.”

leer más

Vencer la avaricia

1Re 21,1-16

Nabot de Yizreel tenía una viña en Yizreel, al lado del palacio de Ajab, rey de Samaría. Ajab dijo a Nabot: “Dame tu viña para hacerme una huerta, ya que está justo al lado de mi casa. Yo te daré a cambio una viña mejor o, si prefieres, te pagaré su valor en dinero”. Pero Nabot respondió a Ajab: “¡El Señor me libre de cederte la herencia de mis padres!” Ajab se fue a su casa malhumorado y muy irritado por lo que le había dicho Nabot, el izreelita: “No te daré la herencia de mis padres”. Se tiró en su lecho, dio vuelta la cara y no quiso probar bocado.

leer más

El misterio de la Trinidad

Jn 16, 12-15

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues lo que hable no será suyo: hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir. Él me glorificará, porque recibirá de mí lo que os irá comunicando. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que tomará de lo mío y os lo anunciará.”

leer más

Meditaciones sobre el Espíritu Santo (6/14): LA ALEGRÍA

Descargar MP3

Amado Espíritu Santo, uno de los más bellos frutos que Tú haces crecer en nosotros es la alegría. Es aquella alegría que, al igual que el amor, hace que todo sea más fácil y vence el peso que tantas veces trae consigo la vida; una alegría que es espiritualmente contagiosa, y puede darle un rayo de luz y algo de consuelo a la otra persona, siempre y cuando ella no se cierre.

leer más

Meditaciones sobre el Espíritu Santo (4/14): EL DOMINIO DE SÍ MISMO

Descargar MP3

Amado Espíritu Santo, en el principio Tú aleteabas sobre las aguas y transformaste el caos en orden (cf. Gen 1,2). Ahora, también quieres traer orden al caos causado por el pecado: orden en nuestra vida interior y exterior. Fue tanto lo que se alborotó con el pecado original y los consiguientes pecados personales, a tal punto que tu amigo Pablo gemía al advertir esta ley en sus miembros que luchaba contra la ley de su espíritu, y que lo esclavizaba bajo la ley del pecado (cf. Rom 7,23). Junto con él, también nosotros gemimos: “¿Quién me librará de este cuerpo de muerte…?” (Rom 7,24)

¡Pero esta situación no ha de permanecer así! ¡Debemos recuperar el dominio sobre nosotros mismos y no ser esclavos de nuestras pasiones y sentimientos! Nuestro Padre lo había dispuesto tan maravillosamente: Su Espíritu iluminaba nuestro espíritu humano, éste activaba a la voluntad, y todos los impulsos naturales estaban al servicio de las potencias superiores.

Pero ahora, Amado Espíritu Santo, las pasiones se rebelan contra nosotros, reflejando la Creación caída, que se rebela contra Dios. A esto vienen a añadirse, además, los espíritus caídos, que intentan confundirnos y obstaculizar los caminos de salvación de Dios.

¡Pero esta situación no ha de permanecer así!  

Oh Espíritu Santo, introdúcenos en la escuela del dominio de sí; enséñanos, a través de una prudente ascesis, a recuperar paso a paso el señorío sobre nosotros mismos. Si queremos crecer espiritualmente en el camino contigo, no podremos rehuir de este combate.

A Tu amigo San Benito, el padre de los monjes, le recomendaste la medida apropiada, para hallar equilibrio en la vida monástica: Ni demasiado ni muy poco. ¡Qué consejo tan sabio! Si lo acogemos y lo ponemos en práctica, aprenderemos a percibir con sensibilidad el camino a seguir, y seremos instruidos con prudencia en la continencia, porque con tanta facilidad perdemos la medida justa y caemos de un extremo al otro.

Pero, Amado Espíritu Santo, a veces tenemos que hacernos violencia, cuando nuestra concupiscencia nos provoca, presentándonos todo tipo de seducciones y queriendo embriagar nuestros sentidos. Muchas veces el enemigo de la humanidad se vale de esta concupiscencia y la acrecienta aún más, y tenemos que defendernos intensamente y luchar por nuestra libertad.

Pero no son sólo las fuertes emociones las que nos seducen. Incluso con los pensamientos debemos tener cuidado, para recuperar el dominio también sobre ellos y no darles rienda suelta, especialmente cuando tratan de imponerse.

Tener dominio sobre sí mismo significa que uno decide a cuáles pensamientos vale la pena entregarse y a cuáles, en cambio, les negamos nuestra atención, por ser malos, sin sentido o improductivos. A éstos últimos, como dice San Benito, debemos estrellarlos contra la roca que es Cristo.

Aunque debamos poner de nuestra parte y cooperar contigo, oh Espíritu Santo, nunca lograríamos todo esto con nuestras propias fuerzas.

Necesitamos Tu presencia, en la que podemos refugiarnos cuando nos vemos asediados; Tu presencia, en la que encontramos fortaleza para resistir; Tu presencia, en la que nuestra voluntad encuentra cada vez más su hogar y aprende a ejercer el dominio sobre nuestros impulsos, en la medida en que esto nos sea posible en nuestra vida terrenal…

¡Por eso, oh Espíritu Santo, te invocamos una y otra vez!

Es bueno rechazar con Tu fuerza el ataque del momento presente y todo aquello que quiere hacernos perder el equilibrio. Pero aún mejor es estar en constante e íntimo contacto contigo, de modo que Tú te conviertas en nuestra “brújula interior” y junto a ti podamos ejercer el dominio sobre nuestros deseos y pensamientos.

Así, Tú eres nuestro Señor, y en ti nos convertimos en señores sobre nosotros mismos. ¡Todo en un santo orden espiritual! ¡Y en tu luz, vemos la luz (cf. Sal 36,9)!

Descargar PDF

 

Meditaciones sobre el Espíritu Santo (3/14): LA MANSEDUMBRE

Descargar MP3

Amado Espíritu Santo, dulce huésped de las almas, infunde en nosotros el espíritu de mansedumbre; aquel espíritu que todo lo penetra, que transforma el corazón y lo hace dócil, que lo purifica de toda dureza, que es tan suave y dulce como Tu Amada Esposa, nuestra Madre María.

“Dichosos los mansos, porque ellos heredarán la tierra” (Mt 5,5)

leer más

Meditaciones sobre el Espíritu Santo (2/14): UN CORAZÓN PURO

Descargar MP3

Amado Espíritu Santo, Tú que eres la luz eterna y pura, ven y penetra en nosotros, para que nada quede escondido ante ti; para que ninguna sombra pueda subsistir en nuestra alma; para que la oscuridad retroceda y todo quede inflamado por tu amor. Despiértanos de toda letargia y purifica nuestro corazón, para que pueda amar como Dios ama, como Tú amas; para que Tú y yo estemos unidos hasta lo más íntimo en la alabanza a la gloria de Dios. 

leer más

Meditaciones sobre el Espíritu Santo (1/14): LA LONGANIMIDAD

Descargar MP3

“¡Oh Espíritu Santo, Tú, beso del Padre y del Hijo; Tú, dulcísimo y profundísimo beso!” (San Bernardo de Claraval)

Queremos conocerte mejor y aprender a amarte. Por eso, desciende sobre nuestra alma, “como el sol que, de no encontrar obstáculos e impedimentos, lo ilumina todo; como una saeta encendida, que no se detiene por el camino, sino que llega hasta las últimas profundidades que encuentra abiertas, y allí descansa. Tú no te detienes en los corazones soberbios y en las inteligencias altaneras, sino que pones tu morada en las almas humildes” (Santa María Magdalena de Pazzis).

leer más

Si el mundo os odia…

Jn 15,18-21

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Si el mundo os odia, sabed que a mí me ha odiado antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero el mundo os odia porque no sois del mundo, pues yo, al elegiros, os he sacado del mundo. Acordaos de lo que os he dicho: El siervo no es más que su señor. Si a mí me han perseguido, también os perseguirán a vosotros; si han guardado mi palabra, también la vuestra guardarán. Pero todo esto lo harán a causa de mi persona, porque no conocen al que me ha enviado.”

leer más