Horas de decisión

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Tit 2,11-15; 3,4-7 (Lectura opcional para la Fiesta del Bautismo de Jesús)

Se ha manifestado la gracia salvadora de Dios a todos los hombres, que nos enseña a que renunciemos a la impiedad  y a las pasiones mundanas, y vivamos con sensatez, justicia y piedad en el tiempo presente, aguardando la feliz esperanza y la manifestación de la gloria del gran Dios y Salvador nuestro Jesucristo. Él se entregó por nosotros a fin de rescatarnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo que fuese suyo, celoso de buenas obras. Habla estas cosas, exhorta y reprende con toda autoridad.

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Amistad con Jesús

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Jn 3,22-30

En aquel tiempo, fue Jesús con sus discípulos al país de Judea. Allí estaba con ellos y bautizaba. Juan también estaba bautizando en Ainón, cerca de Salín, porque había allí mucha agua; y la gente acudía y se bautizaba. (Todavía no había sido Juan encarcelado.) Se suscitó una discusión entre los discípulos de Juan y un judío acerca de la purificación. Fueron, pues, a Juan y le dijeron: “Rabbí, el que estaba contigo al otro lado del Jordán, aquel de quien diste testimonio, está bautizando y todos van donde él.”

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Aspectos sobre una curación

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Lc 5,12-16

Estando Jesús en un pueblo, se presentó un hombre cubierto de lepra que, al verlo, se echó rostro en tierra y le rogó diciendo: “Señor, si quieres, puedes limpiarme.” Él extendió la mano, lo tocó y dijo: “Quiero, queda limpio.” Y al instante le desapareció la lepra. Pero le ordenó que no se lo dijera a nadie. Y añadió: “Vete, preséntate al sacerdote y haz la ofrenda por tu purificación, como prescribió Moisés, para que les sirva de testimonio.” Su fama se extendió cada vez más, y una numerosa multitud afluía para oírle y ser curados de sus enfermedades. Pero él se retiraba a los lugares solitarios, donde oraba.

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El amor crece

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1Jn 4,19-5,4

Nosotros amamos porque él nos amó primero. Si alguno dice: “Yo amo a Dios”, y a la vez odia a su hermano, es un mentiroso; pues quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios, a quien no ve. Y nosotros hemos recibido de él este mandamiento: quien ama a Dios, ame también a su hermano. Todo el que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios; y todo el que ama a aquel que da el ser amará también al que ha nacido de él. En esto podemos conocer que amamos a los hijos de Dios: si amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos. Pues el amor a Dios consiste en esto: en guardar sus mandamientos. Y sus mandamientos no son pesados, pues todo lo que nace de Dios vence al mundo. Y la fuerza que vence al mundo es nuestra fe.

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El viento contrario y el Señor

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Mc 6,45-52

Después que se saciaron los cinco mil hombres, enseguida mandó Jesús a sus discípulos que subieran a la barca y que se adelantaran a la otra orilla junto a Betsaida, mientras él despedía a la multitud. Y después de despedirlos, se retiró al monte a orar. Cuando se hizo de noche, la barca estaba en medio del mar, y él solo en tierra. Y viéndoles remar con gran fatiga, porque el viento les era contrario, hacia la cuarta vigilia de la noche vino a ellos andando sobre el mar, e hizo ademán de pasar de largo. Ellos, cuando lo vieron andando sobre el mar, pensaron que era un fantasma y empezaron a gritar. Pues todos le habían visto y se habían asustado. Pero al instante él habló con ellos, y les dijo: «Tened confianza, soy yo, no tengáis miedo.» Y subió con ellos a la barca y se calmó el viento. Entonces se quedaron mucho más asombrados; porque no habían entendido lo de los panes, ya que su corazón estaba endurecido.

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Sobre el discernimiento de los espíritus (Parte II)

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1Jn 4,1-6

Queridos, no os fiéis de cualquier espíritu; antes bien, comprobad si los espíritus son de Dios, pues son muchos los falsos profetas que han venido al mundo. En esto podréis reconocer quién tiene el espíritu de Dios: todo el que confiesa que Jesucristo vino como verdadero hombre, ése tiene el espíritu de Dios; y todo el que no confiesa a Jesús, ése no tiene el espíritu de Dios. Ese tal es del Anticristo, el que oísteis que iba a venir; pues bien, ya está en el mundo. Vosotros, hijos míos, sois de Dios y los habéis vencido. Pues el que está en vosotros es más que el que está en el mundo. Ellos son del mundo; por eso hablan según el mundo, y el mundo los escucha. Nosotros somos de Dios. El que conoce a Dios nos escucha; el que no conoce a Dios no nos escucha. En esto podemos reconocer el espíritu de la verdad y el del error.

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Sobre el discernimiento de los espíritus (Parte I)

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1Jn 3,22-24

Cuanto pedimos lo recibimos de Dios, porque guardamos sus mandamientos y hacemos lo que le agrada. Y este es su mandamiento: que creamos en su Hijo, Jesucristo, y que nos amemos unos a otros según el mandamiento que nos dio. Quien guarda sus mandamientos mora en Dios y Dios en él; y en esto conocemos que mora en nosotros: en que nos ha dado el Espíritu.

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La estrella de Belén

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Mt 2,1-12

Jesús nació en Belén de Judea, en tiempo del rey Herodes. Unos magos que venían del Oriente se presentaron en Jerusalén, diciendo: “¿Dónde está el rey de los judíos? Es que vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarlo.” El rey Herodes, al oírlo, se sobresaltó, y con él toda Jerusalén. Así que convocó a todos los sumos sacerdotes y escribas del pueblo, y les preguntó dónde había de nacer el Cristo. Ellos le respondieron: “En Belén de Judea, porque así lo dejó escrito el profeta: ‘Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres ni mucho menos la última de las poblaciones de Judá, pues de ti saldrá un jefe que pastoreará a mi pueblo Israel’.”

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Introducción al Camino del Cordero

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Jn 1,35-42

Al día siguiente, Juan se encontraba de nuevo allí con dos de sus discípulos. Fijándose en Jesús que pasaba, dijo: “He ahí al Cordero de Dios”. Al oírle hablar así, los discípulos siguieron a Jesús. Jesús se volvió y, al ver que le seguían, les preguntó: “¿Qué buscáis?” Ellos le respondieron: “Rabbí -que quiere decir ‘Maestro’-, ¿dónde vives?” Les respondió: “Venid y lo veréis.” Fueron, pues, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día. Era más o menos la hora décima. Andrés, el hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que habían oído a Juan y habían seguido a Jesús. Andrés encuentra primero a su hermano, Simón, y le dijo: “Hemos encontrado al Mesías -que quiere decir ‘Cristo’-. Y le llevó donde Jesús. Fijando Jesús su mirada en él, le dijo: “Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas” -que quiere decir ‘Piedra’-.

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Éste es el Hijo de Dios

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Jn 1,29-34

Al día siguiente, al ver Juan a Jesús venir hacia él, dijo: “He ahí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Éste es de quien yo dije: ‘Detrás de mí viene un hombre, que está por delante de mí, porque existía antes que yo.’ Yo no le conocía, pero he venido a bautizar con agua para que él sea manifestado a Israel.” Y Juan dio testimonio diciendo: “He visto al Espíritu que bajaba como una paloma del cielo y se quedaba sobre él. Yo no le conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: ‘Aquel sobre quien veas que baja el Espíritu y se queda sobre él, ése es el que bautiza con Espíritu Santo.’ Yo le he visto y doy testimonio de que éste es el Hijo de Dios.”

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