Quien ama a Dios, que ame también a su hermano

1Jn 4,17-21

En esto alcanza el amor su perfección en nosotros: en que tengamos confianza en el día del Juicio, porque tal como es él, así somos nosotros en este mundo. En el amor no hay temor, sino que el amor perfecto echa fuera el temor, porque el temor supone castigo, y el que teme no es perfecto en el amor. Nosotros amamos, porque Él nos amó primero. Si alguno dice: ‘Amo a Dios’, y aborrece a su hermano, es un mentiroso; pues el que no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios, a quien no ve. Y hemos recibido de él este mandamiento: quien ama a Dios, que ame también a su hermano. leer más

Permaneced en el amor

1Jn 4,7-16

Queridísimos: amémonos unos a otros, porque el amor procede de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios, y conoce a Dios. El que no ama no ha llegado a conocer a Dios, porque Dios es amor. En esto se manifestó entre nosotros el amor de Dios: en que Dios envió a su Hijo Unigénito al mundo para que recibiéramos por él la vida. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó y envió a su Hijo como víctima propiciatoria por nuestros pecados. Queridísimos: si Dios nos ha amado así, también nosotros debemos amarnos unos a otros. A Dios nadie le ha visto jamás. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros, y su amor alcanza en nosotros su perfección. En esto conocemos que permanecemos en Él, y Él en nosotros: en que nos ha hecho participar de su Espíritu. Nosotros hemos visto y damos testimonio de que el Padre envió a su Hijo como salvador del mundo. Si alguien confiesa que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él y él en Dios. Y nosotros hemos conocido y creído en el amor que Dios nos tiene. Dios es amor, y el que permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él.

leer más

Examinad los espíritus

1Jn 4,1-6

Queridísimos: no os fiéis de cualquier espíritu, sino examinad si los espíritus vienen de Dios, porque han aparecido muchos falsos profetas en el mundo. En esto conocéis el espíritu de Dios: todo espíritu que confiesa a Jesucristo venido en carne, es de Dios; y todo espíritu que no confiesa a Jesús, no es de Dios. Ése es el espíritu del Anticristo, de quien habéis oído que va a venir, y ya está en el mundo. Vosotros, hijos, sois de Dios y los habéis vencido, porque el que está en vosotros es más poderoso que el que está en el mundo. Ellos son del mundo; por eso hablan según el mundo, y el mundo los escucha. Nosotros somos de Dios. El que conoce a Dios nos escucha; el que no es de Dios no nos escucha. En esto conocemos el espíritu de la verdad y el espíritu del error. leer más

Plena confianza ante Dios

1Jn 3,11-24

Porque el mensaje que habéis escuchado desde el principio es éste: que nos amemos unos a otros. No como Caín, que, siendo del Maligno, mató a su hermano. ¿Y por qué le mató? Porque sus obras eran malas, mientras que las de su hermano eran buenas. No os extrañéis, hermanos, si el mundo os aborrece. Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida, porque amamos a nuestros hermanos. El que no ama permanece en la muerte. Todo el que aborrece a su hermano es un homicida; y sabéis que ningún homicida tiene en sí la vida eterna. En esto hemos conocido el amor: en que él dio su vida por nosotros. Por eso también nosotros debemos dar la vida por nuestros hermanos. Si alguno posee bienes de este mundo y, viendo que su hermano padece necesidad, le cierra su corazón, ¿cómo puede permanecer en él el amor a Dios? Hijos, no amemos de palabra ni con la boca, sino con obras y de verdad. En esto conoceremos que somos de la verdad, y en su presencia tranquilizaremos nuestro corazón, aunque el corazón nos reproche algo, porque Dios es más grande que nuestro corazón y conoce todo. 

leer más

El Hijo de Dios destruye las obras del diablo

1Jn 2,28–3,10

Y ahora, hijos, permaneced en él, para que cuando se manifieste, tengamos confianza y no quedemos avergonzados lejos de él, en su venida. Si sabéis que él es justo, sabed también que todo el que obra la justicia ha nacido de él.

Mirad qué amor tan grande nos ha mostrado el Padre: que nos llamemos hijos de Dios, ¡y lo somos! Por eso el mundo no nos conoce, porque no le conoció a Él. Queridísimos: ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como es. Todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica para ser como él, que es puro.

leer más

Antídoto contra la intoxicación anticristiana

1Jn 2,18-27

Hijitos, es la última hora. Habéis oído que tiene que venir el Anticristo: pues bien, ya han aparecido muchos anticristos. Por eso sabemos que es la última hora. Salieron de entre nosotros, pero no eran de los nuestros. Porque si hubieran sido de los nuestros, habrían permanecido con nosotros. Pero sucedió así para poner de manifiesto que ninguno de ellos es de los nuestros. En cuanto a vosotros, tenéis la unción del Santo; y todos estáis instruidos. No os escribo porque ignoréis la verdad, sino porque la conocéis y sabéis que ninguna mentira proviene de la verdad. ¿Quién es el mentiroso sino el que niega que Jesús es el Cristo? Ése es el Anticristo, el que niega al Padre y al Hijo. Todo el que niega al Hijo, tampoco tiene al Padre; el que confiesa al Hijo, tiene también al Padre. Vosotros procurad que lo que habéis oído desde el principio permanezca en vosotros.

leer más

No améis al mundo

1Jn 2,12-17

Os escribo a vosotros, hijos, porque por su nombre se os han perdonado los pecados. Os escribo a vosotros, padres, porque habéis conocido al que existe desde el principio. Os escribo a vosotros, jóvenes, porque habéis vencido al Maligno. Os he escrito a vosotros, niños, porque habéis conocido al Padre. Os he escrito a vosotros, padres, porque habéis conocido al que existe desde el principio. Os he escrito a vosotros, jóvenes, porque sois fuertes, y la palabra de Dios permanece en vosotros. No améis al mundo ni lo que hay en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo -la concupiscencia de la carne, la concupiscencia de los ojos y la arrogancia de los bienes terrenos- no procede del Padre, sino del mundo. Y el mundo es pasajero, y también sus concupiscencias; pero quien cumple la voluntad de Dios permanece para siempre. leer más

El verdadero amor al hermano

1Jn 2,6-11

Quien dice que permanece en Dios, debe caminar como él caminó. Queridísimos: no os escribo un mandamiento nuevo, sino un mandamiento antiguo, que tenéis desde el principio: este mandamiento antiguo es la palabra que habéis escuchado. Y, sin embargo, os escribo un mandamiento nuevo, que se verifica en él y en vosotros, porque las tinieblas van desapareciendo y brilla ya la luz verdadera. Quien dice que está en la luz y aborrece a su hermano, está todavía en las tinieblas. Quien ama a su hermano permanece en la luz y no corre peligro de tropezar. En cambio, quien aborrece a su hermano está en las tinieblas y camina por ellas, sin saber adónde va, porque las tinieblas le han cegado los ojos.

El Apóstol lleva adelante sus sencillas y claras instrucciones, porque, si queremos «permanecer en el Señor», debemos cuestionarnos sobre nuestro modo de vida: ¿se ajusta a la voluntad de Dios?, ¿refleja la vida de Cristo?

leer más

El camino de la verdad

1Jn 1,8–2,5

Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, fiel y justo es Él para perdonarnos los pecados y purificarnos de toda iniquidad. Si decimos que no hemos pecado, le hacemos mentiroso, y su palabra no está en nosotros.

Hijos míos, os escribo estas cosas para que no pequéis. Pero si alguno peca, tenemos un abogado ante el Padre: Jesucristo, el Justo. Él es la víctima propiciatoria por nuestros pecados; y no sólo por los nuestros, sino por los de todo el mundo. En esto sabemos que le hemos conocido: en que guardamos sus mandamientos. Quien dice: ‘Yo le conozco’, pero no guarda sus mandamientos, es un mentiroso, y en ése no está la verdad. En cambio, quien guarda su palabra, en ése el amor de Dios ha alcanzado verdaderamente su perfección. En esto sabemos que estamos en Él.

leer más

Comunión en la verdad

1Jn 1,5-7

Éste es el mensaje que hemos oído y que os anunciamos: Dios es luz y no hay en Él tinieblas de ninguna clase. Si decimos que estamos en comunión con Él y sin embargo caminamos en tinieblas, mentimos y no practicamos la verdad. En cambio, si caminamos en la luz, del mismo modo que Él está en la luz, entonces estamos en comunión unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos purifica de todo pecado.

Es un mensaje claro que debemos interiorizar profundamente. Se aplica tanto a nosotros mismos, ya que nos ayuda a liberarnos de todas las tendencias oscuras de nuestra alma, como a la imagen que transmitimos de Dios en la evangelización. De hecho, existen corrientes filosóficas y religiosas que defienden que en la divinidad también hay oscuridad.

leer más