El amor de Rut

Rut 1,1.3-6.14b-16.22

En la época en que gobernaban los Jueces, hubo hambre en el país. Un hombre de Belén de Judá se fue a residir, con su mujer y sus dos hijos, a los campos de Moab. Murió Elimélec, el marido de Noemí, y quedó ella con sus dos hijos. Éstos se casaron con mujeres moabitas, llamadas Orfá y Rut. Allí habitaron unos diez años. Murieron también los dos hijos, y la mujer se quedó sola, sin sus dos hijos y sin marido. Al enterarse de que el Señor había atendido a su pueblo dándole pan, Noemí, con sus dos nueras, emprendió el camino de vuelta desde la campiña de Moab. Orfá se despidió de su suegra y volvió a su pueblo, mientras que Rut se quedó con Noemí.

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ESPACIOS VACÍOS 

“Cuando tu alma se entretiene demasiado tiempo en el mundo de la nada, se vacía más. Ciertos intereses debilitan tu alma y la mantienen atrapada en espacios infecundos” (basado en una palabra interior).

Esta exhortación se dirige a aquellos que ya se han propuesto seriamente profundizar su vida espiritual. Aunque ya se haya tomado la decisión fundamental de seguir incondicionalmente al Señor, es necesario recordarla una y otra vez y defenderla con sabiduría de los influjos de este mundo.

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Reconocidos por el Señor

Jn 1,45-51

En aquel tiempo, Felipe encontró a Natanael y le dijo: “Hemos encontrado a aquel de quien escribió Moisés en la Ley; y también los profetas; es Jesús, el hijo de José, el de Nazaret.” Le respondió Natanael: “¿De Nazaret puede salir algo bueno?” Le dijo Felipe: “Ven y lo verás.” Cuando vio Jesús que se acercaba Natanael, dijo de él: “Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño.”

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LA RED DEL AMOR

“Echaré una vez más la red de mi amor. ¡Echa la red conmigo!” (Palabra interior).

¿Estamos dispuestos a cooperar en la gran pesca del Señor? ¿Aún tenemos la esperanza de que muchas personas encuentren la fe, precisamente en estos tiempos oscuros que se ciernen sobre la humanidad?

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Dios es nuestra recompensa

Mt 20,1-16a

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: “En efecto, el Reino de los Cielos es semejante a un propietario que salió a primera hora de la mañana a contratar obreros para su viña. Tras ajustarse con los obreros en un denario al día, los envió a su viña. Salió luego hacia la hora tercia y, al ver a otros que estaban en la plaza parados, les dijo: ‘Id también vosotros a mi viña, y os daré lo que sea justo.’ Ellos fueron.

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SANTA DESPREOCUPACIÓN

“Confíame todas tus preocupaciones y no te preocupes por nada” (Palabra interior).

La confianza y la despreocupación van de la mano cuando la relación con nuestro Padre Celestial se vuelve cada vez más profunda. Muchas cosas quieren agobiarnos y preocuparnos, haciéndonos la vida difícil. Pero el Señor mismo nos exhorta a una santa despreocupación: “No estéis preocupados por vuestra vida: qué vais a comer; o por vuestro cuerpo: con qué os vais a vestir” (Mt 6,25). 

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El dulce reinado de María

Lc 1,26-38 (Lectura correspondiente a la festividad de Santa María Reina)

Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. Y entrando, le dijo: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.” Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo.

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PONER NUESTRA ESPERANZA EN EL SEÑOR 

La esperanza es una virtud teologal, que nos hace esperar del Señor lo que aún no vemos. Si ponemos en Él nuestra esperanza, el Padre puede transformar nuestros corazones. Así nos dice en el Mensaje a la Madre Eugenia:

“Recordad, oh hombres, que Yo quiero ser la esperanza de la humanidad. ¿No lo soy ya? Si Yo no sería la esperanza de la humanidad, el hombre estaría perdido. Pero es necesario que sea conocido como tal, para que la paz, la confianza y el amor entren en el corazón de los hombres y surja así una relación con su Padre del Cielo y de la Tierra.”

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La seducción de los falsos dioses

Jc 2,11-19

Entonces los israelitas hicieron lo que desagradaba a Yahvé, dando culto a los Baales. Abandonaron a Yahvé, el Dios de sus antepasados, que los había sacado de la tierra de Egipto, y siguieron a otros dioses de los pueblos de alrededor. Se postraron ante ellos e irritaron así a Yahvé; abandonaron a Yahvé y dieron culto a Baal y a las Astartés. Entonces se encolerizó Yahvé contra Israel. Los entregó en manos de salteadores que los despojaron, los dejó vendidos en manos de los enemigos de alrededor y no pudieron ya sostenerse ante sus enemigos.

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