Actitud contemplativa

Lc 10,38-42

En aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa. Esta tenía una hermana llamada María que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra. Y Marta, se multiplicaba para dar abasto con el servicio; hasta que se paró y dijo: “Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola con el servicio? Dile que me eche una mano.” Pero el Señor le contestó: “Marta, Marta, andas inquieta y nerviosa con tantas cosas; sólo una es necesaria. María ha escogido la parte mejor y no se la quitarán.”

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LA DEBILIDAD DE MIS HIJOS

En su compasión, nuestro Padre abarca toda nuestra realidad. Como Creador nos ha concedido una maravillosa existencia como seres humanos, que debemos vivir plenamente en su gracia. Él siempre nos invita a recibirlo todo de su mano, para que podamos llevar una vida que corresponda a nuestra vocación. Nuestro Padre ha pensado en nosotros desde toda la eternidad, y cuando llegó el momento de llamarnos a la existencia pronunció por amor su “hágase” creador. Si estuviésemos más conscientes de ello, moraría siempre en nuestro corazón aquella paz que Dios da.

Sin embargo, el Padre también se apiada de nuestras debilidades. Él conoce bien nuestros límites e imperfecciones, las cargas que tenemos que llevar, nuestras malas inclinaciones y pecados.

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El Reino de Dios

Mt 12,14-21

En aquel tiempo, los fariseos se confabularon contra él para eliminarlo. Jesús, al saberlo, se retiró de allí. Le siguió una gran muchedumbre, y los curó a todos. Luego les mandó enérgicamente que no le descubrieran, para que se cumpliera lo dicho por el profeta Isaías: “Éste es mi Siervo, a quien elegí, mi Amado, en quien me complazco. Pondré mi espíritu sobre él, y anunciará el juicio a las naciones. No disputará ni gritará, ni oirá nadie en las plazas su voz. La caña cascada no la quebrará, ni apagará la mecha humeante, hasta que lleve a la victoria el juicio: en su nombre pondrán las naciones su esperanza.”

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PAZ EN DIOS

“Nos hiciste para Ti, Señor, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti” (Las Confesiones, i, 1, 1).

San Agustín, el incansable buscador de Dios, nos dejó estas maravillosas palabras. Con lo que sea que pretendamos llenar nuestro corazón, éste nunca hallará la verdadera paz ni la verdadera felicidad mientras no se abra al amor de Dios. ¡Sólo para este amor fue creado!

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Dedicación de la Basílica del Santo Sepulcro

Queridos oyentes, hoy saldremos del marco acostumbrado de nuestras meditaciones diarias, porque aquí en Jerusalén, donde me encuentro actualmente con Harpa Dei, se celebra en este día la Fiesta de la Dedicación de la Basílica del Santo Sepulcro. En esta iglesia se encuentra tanto el lugar donde Jesús fue crucificado como también el sitio de su Resurrección. Estos dos lugares esenciales para la cristiandad –el Calvario y el Sepulcro– son el centro de las celebraciones litúrgicas y de las peregrinaciones.

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APÓSTOLES DEL AMOR DE DIOS

Si escuchamos al Señor y seguimos su llamado, Él nos hace partícipes de su plan de salvación. Las Sagradas Escrituras nos relatan cómo Jesús envía a sus apóstoles para que lleven el mensaje de la salvación a todas partes: “Seréis mis testigos (…) hasta los confines de la tierra.” (Hch 1,8b)

En el Mensaje a la Madre Eugenia, Dios Padre nos dice:

“Puesto que Yo deseo, sobre todo, darme a conocer a todos vosotros, para que todos podáis gozar de Mi bondad y ternura ya aquí en la Tierra, convertíos en apóstoles de aquellos que no me conocen todavía, y Yo bendeciré vuestros trabajos y esfuerzos, preparándoos una gran gloria cerca de Mí en la eternidad.”

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LA DEBILIDAD DE MIS HIJOS 

En su compasión, nuestro Padre abarca toda nuestra realidad. Como Creador nos ha concedido una maravillosa existencia como seres humanos, que debemos vivir plenamente en su gracia. Él siempre nos invita a recibirlo todo de su mano, para que podamos llevar una vida que corresponda a nuestra vocación. Nuestro Padre ha pensado en nosotros desde toda la eternidad, y cuando llegó el momento de llamarnos a la existencia pronunció por amor su “hágase” creador. Si estuviésemos más conscientes de ello, moraría siempre en nuestro corazón aquella paz que Dios da.

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LA VERDADERA PAZ

El gran anhelo de paz que habita en el corazón de tantas personas puede hacerse realidad si recurren a la verdadera fuente de la paz. Primero es necesario estar en paz con Dios, viviendo conforme a su Voluntad. Esto nos lo ofrece en su Hijo, por quien “quiso reconciliar consigo todos los seres, restableciendo la paz, por medio de su sangre derramada en la Cruz” (Col 1,20). A sus discípulos les dice: “Mi paz os doy” (Jn 14,27).

Las fuentes de la paz nos son familiares y siempre accesibles. Pero la paz no sólo debe entrar en el corazón de algunas personas; sino que todos los hombres han de recibirla.

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Todo está insertado en el plan de Dios

Is 10,5-7.13-16

Así dice el Señor: “¡Ay, Asiria, bastón de mi ira, vara que mi furor maneja! Voy a guiarla contra gente impía, contra el pueblo objeto de mi cólera, para que lo saqueen y lo pillen a placer, y lo pateen como el lodo de las calles. Pero él no pensaba así, ni su mente así lo estimaba, sino que su intención era arrasar y exterminar no pocos pueblos.”

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