LA OBRA DE ARTE DE DIOS

“Cuanto mejor te conozco, más te amo. Cuanto más me familiarizo contigo, más bondadoso te muestras. ¡Oh, qué tesoro insondable, perfecto y puro eres!” (Beato Enrique Suso).

En estas palabras se nos revela un alma amante. Enrique Suso es un místico alemán († 1366), uno de esos santos que hablan a partir de su experiencia interior con nuestro Padre, una de esas almas que han probado el dulce sabor del amor divino y vivieron en íntima unión con Dios.

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Viernes de la Octava de Pascua: “El mandato misionero”

Escucharemos el evangelio correspondiente a este día según el calendario tradicional:

Mt 28,16-20

Los once discípulos marcharon a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Y en cuanto le vieron le adoraron; pero otros dudaron. Y Jesús se acercó y les dijo: “Se me ha dado toda potestad en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándoles en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo cuanto os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo.”

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“QUÉDATE CONMIGO; YO TE GUÍO”

“¡Quédate conmigo; Yo te amo! – ¡Quédate conmigo; Yo te guardo! – ¡Quédate conmigo, Yo te guío! ¡Yo soy tu Padre!” (Palabra interior). 

Una vez más, se nos invita a permanecer con nuestro Padre. Él quiere tomar las riendas de nuestra vida. Estar bajo su guía significa seguir concretamente sus indicaciones en la vida cotidiana, encontrar el “hilo de oro” y actuar así de acuerdo a su proyecto en la más íntima unión con Él.

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Jueves de la Octava de Pascua: “Necesidad de instrucción”

Escucharemos nuevamente la lectura correspondiente para este día siguiendo el calendario tradicional:

Hch 8,26-40

En aquellos días, un ángel del Señor le habló a Felipe: “Levántate y vete hacia el sur, a la ruta que baja de Jerusalén a Gaza y que está desierta.” Se levantó y se puso en camino. En esto, un hombre de Etiopía, eunuco, dignatario de Candace -la reina de Etiopía- y superintendente de su tesoro, que había venido a Jerusalén para adorar a Dios, volvía sentado en su carro leyendo al profeta Isaías. Le dijo entonces el Espíritu a Felipe: “Acércate y ponte al lado de ese carro.”

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Miércoles de la Octava de Pascua: «El ejemplo de Pedro”

Escucharemos la lectura que corresponde al calendario tradicional:

Hch 3,13-15.17-19

En aquel tiempo, Pedro dirigió la palabra a la gente: “El Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob, el Dios de nuestros padres ha glorificado con este prodigio a su Hijo Jesús, a quien vosotros habéis entregado y negado en el tribunal de Pilatos, juzgando éste que debía ser puesto en libertad. Mas vosotros renegasteis del Santo y del Justo, y pedisteis que se os hiciese gracia de la vida de un homicida.

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“QUÉDATE CONMIGO; YO TE AMO”

“¡Quédate conmigo; Yo te amo! – ¡Quédate conmigo; Yo te guardo! – ¡Quédate conmigo, Yo te guío! ¡Yo soy tu Padre!” (Palabra interior).

¡Qué invitación nos dirige nuestro Padre Celestial! Y no se aplica solamente al breve tiempo de nuestra existencia terrena; sino que permanece vigente siempre y nos llevará de gloria en gloria en la eternidad:

“Ahora vemos como en un espejo, borrosamente; entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de modo imperfecto, entonces conoceré como soy conocido” (1Cor 13,12).

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Martes de la Octava de Pascua: “El pequeño rebaño”

Aunque nos encontramos en la Octava de Pascua, durante la cual normalmente no se celebran las fiestas de los santos, quiero hoy centrarme en la figura de San Francisco de Paula. Si alguien prefiere escuchar una meditación correspondiente a la lectura y al evangelio del martes de la Octava de Pascua, puede encontrarla en los siguientes enlaces:

Meditación sobre la lectura del día: http://es.elijamission.net/autenticas-conversiones/#more-8339

Meditación sobre el evangelio del día: http://es.elijamission.net/jesus-se-aparece-a-maria-magdalena-3/#more-11135

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“MI AMOR ES MÁS FUERTE QUE TUS DEBILIDADES”

Antes de entrar en materia, me gustaría decir unas breves palabras sobre nuestra misión: Harpa Dei y yo hemos regresado sanos y salvos de un fructífero viaje apostólico en Brasil y Argentina. Aprovecho la oportunidad para agradecer las oraciones de todos aquellos que siguen diariamente los “3 Minutos para Abbá”. Fue una alegría encontrarme en ambos países con personas que escuchan frecuentemente estas meditaciones. Espero que, en el futuro, se difundan aún más para la gloria de nuestro Padre Celestial y para el bien de las almas. El próximo paso sería empezar a traducirlas también al francés.

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Lunes de la Octava de Pascua: «El anuncio intrépido”

Hch 2,14.22-33

El día de Pentecostés, Pedro se presentó con los Once, levantó la voz y les dijo: “Israelitas, escuchad estas palabras: Jesús Nazareno, hombre acreditado por Dios ante vosotros con milagros, prodigios y signos que Dios realizó entre vosotros por medio de él, como vosotros mismos sabéis, fue entregado según el determinado designio y previo conocimiento de Dios. Vosotros lo matasteis clavándole en la cruz por mano de unos impíos. Pero Dios lo resucitó, librándolo de los lazos del Hades, pues no era posible que lo retuviera bajo su dominio; porque David dice refiriéndose a él: ‘Veía constantemente al Señor delante de mí, puesto que está a mi derecha para que no vacile. Por eso se ha alegrado mi corazón y alborozado mi lengua, y hasta mi carne reposará, en la esperanza de que no abandonarás mi vida en el Hades ni permitirás que tu santo experimente la corrupción. Me has enseñado senderos de vida, me saciarás de gozo con tu presencia.’ Hermanos, permitidme que os diga con toda franqueza que el patriarca David murió y fue sepultado, y su tumba se ha conservado entre nosotros hasta el presente. Pero como él era profeta y sabía que Dios le había asegurado, bajo juramento, que se sentaría en su trono uno de su linaje, vio el futuro y habló de la Resurrección de Cristo, que ni fue abandonado en el Hades ni su carne experimentó la corrupción. Dios resucitó a este Jesús; todos nosotros somos testigos de ello. Así pues, exaltado a la diestra de Dios, ha recibido del Padre el Espíritu Santo prometido y lo ha derramado; esto es lo que vosotros veis y oís en este momento”.

Vemos a un Apóstol Pedro fortalecido por el Espíritu Santo, anunciando intrépidamente el mensaje del Señor, la Buena Nueva de Su Resurrección. Podemos notar un cambio en Pedro, pues sin duda él estaba consciente de que los enemigos de Jesús –los responsables de su muerte– de ningún modo habían cambiado de parecer ni se habían convertido en dóciles y atentos oyentes del mensaje del Señor. Pero la intrepidez, que es un signo del espíritu de fortaleza, está consciente de su compromiso para con la verdad y la misión recibida, aunque le implique peligros.

En el pasaje que hoy hemos escuchado, Pedro pone el suceso de la Resurrección del Señor en contexto con los acontecimientos y profecías de la Escritura. En su iluminado discurso, a través del cual han de ser tocados los corazones de los oyentes, Dios quiere dar a entender a los israelitas, por medio de Su Apóstol, que lo que está sucediendo ante sus ojos es el cumplimiento de las promesas; quiere darles a entender que están siendo testigos del cumplimiento de Su plan salvífico y mostrarles cómo estos iletrados apóstoles pueden anunciar la verdad en Su fuerza.

Pedro se dirige a sus oyentes con estas palabras: “Hermanos, permitidme que os diga con toda franqueza…”  Y esta franqueza se asemeja a la intrepidez. Al “hablar con franqueza”, el Apóstol se sabe comprometido únicamente con la verdad, y está consciente de que no puede dejarse intimidar ni por sus propios temores ni por las amenazas que le vengan de fuera. Él escucha al Espíritu Santo, quien le revela el plan de salvación de Dios, le da la luz para comprenderlo y la fuerza para anunciarlo con autoridad.

Hoy sigue siendo necesario anunciar el evangelio con intrepidez, sin dejarse intimidar por el ambiente cada vez más anticristiano en que vivimos, ni por la así llamada ‘corrección política’, que pretende imponernos lo que hemos de pensar y decir.

Esto cuenta también para la Iglesia, en caso de que exista la tendencia de ya no señalar al pecado por su nombre y de sacrificar la verdad en pro de una falsa misericordia; o si se hacen recortes en el mensaje de la salvación, que está destinado para todas las personas; o si se pone el evangelio al mismo nivel que el mensaje de las otras religiones; o si el mensaje del evangelio desemboca cada vez más en acciones políticas y exhorta primeramente al desarrollo humano, en lugar de servir primordialmente al anuncio de la salvación.

La intrepidez es necesaria; pero también lo es la atenta percepción del ‘hilo’ del mensaje salvífico, tanto en lo que respecta a la Sagrada Escritura como al Magisterio auténtico de la Iglesia, pues ahí tenemos una prueba del obrar del Espíritu Santo.

Después de que Pedro estuvo durante tres años en la escuela directa del Señor, conviviendo con Él, puede ahora, con la fuerza del Espíritu Santo, corresponder a su misión de anunciar el evangelio, aun sin contar con la presencia física de Jesús.

Éste es siempre un modelo para nosotros: Llevar al mundo con valentía el mensaje de la Resurrección del Señor, cada cual en el sitio donde Dios lo ha colocado.

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