LAS BUENAS OBRAS 

“Alumbre así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre, que está en los cielos” (Mt 5,16).

Las obras del Señor que realizamos y la luz en que vivimos por gracia de Dios han de dar testimonio de la amorosa presencia de nuestro Padre Celestial en este mundo.

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Creer, escuchar y hacer la Voluntad de Dios

Mc 1,40-45 (Lectura en el Novus Ordo)

En aquel tiempo, se acercó a Jesús un leproso que, rogándole de rodillas, le decía: “Si quieres, puedes limpiarme”. Y, compadecido, extendió la mano, le tocó y le dijo: “Quiero, queda limpio”. Y al instante desapareció de él la lepra y quedó limpio. Enseguida le conminó y le despidió. Le dijo: “Mira, no digas nada a nadie; pero anda, preséntate al sacerdote y lleva la ofrenda que ordenó Moisés por tu curación, para que les sirva de testimonio”. Sin embargo, en cuanto se fue, comenzó a proclamar y a divulgar la noticia, hasta el punto de que ya no podía entrar abiertamente en ninguna ciudad, sino que se quedaba fuera, en lugares solitarios. Pero acudían a él de todas partes.

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