Alcanzar la sabiduría

Pr 2,1-9 (Lectura correspondiente a la memoria de San Benito Abad)

Hijo mío, si aceptas mis palabras y retienes mis mandatos, prestando atención a la sabiduría y abriendo tu mente a la prudencia; si invocas a la inteligencia y llamas a la prudencia; si la buscas como al dinero y la rastreas como a un tesoro, entonces comprenderás el temor de Yahvé y encontrarás el conocimiento de Dios. Porque es Yahvé quien da la sabiduría y de su boca brotan el saber y la prudencia. Él concede el éxito a los hombres rectos, es escudo para quienes proceden sin tacha, vigila las sendas del derecho y guarda el camino de sus fieles. Entonces comprenderás la justicia, el derecho y la rectitud, y todos los caminos del bien.  leer más

LA SENCILLEZ

El Padre ama la sencillez. En el evangelio escuchamos cómo Jesús se regocija en ello: “Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a los sabios y prudentes y las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así te ha parecido bien” (Lc 10,21).

Sencillez no significa falta de inteligencia; sino simpleza de corazón.

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El amor a Dios y el amor al prójimo

Lc 10,25-37

Un doctor de la Ley se levantó y le preguntó para ponerlo a prueba: “Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la Vida eterna?”. Jesús le preguntó a su vez: “¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?”. Él le respondió: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con todo tu espíritu, y a tu prójimo como a ti mismo”. “Has respondido exactamente“, le dijo Jesús; “obra así y alcanzarás la vida”.

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DIOS SIEMPRE AMA

“Si supieras cuánto te amo, estarías siempre alegre” –estas palabras las escuché recientemente en mi interior. Si interiorizamos una afirmación tal, nuestro Padre podrá atravesar todas las tinieblas que pueden difundirse en nuestra alma. Así, todos los “no” en nosotros podrán desvanecerse a través de su amoroso “sí”.

La gran promesa del Corazón de Dios y la seguridad de su amor es más fuerte que todo lo demás, y nos hace entender las palabras de San Pablo: “Alegraos siempre en el Señor; os lo repito, alegraos” (Fil 4,4).

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Envía a tus profetas

Is 6,1-8

El año de la muerte del rey Ozías vi al Señor sentado en un trono excelso y elevado, y sus haldas llenaban el templo. Unos serafines se mantenían erguidos por encima de él; cada uno tenía seis alas: con un par se cubrían la faz, con otro par se cubrían los pies, y con el otro par aleteaban. Uno a otro se gritaban: “Santo, santo, santo, Yahvé Sebaot: llena está toda la tierra de su gloria.”

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PONER NUESTRA ESPERANZA EN EL SEÑOR

La esperanza es una virtud teologal, que nos hace esperar del Señor lo que aún no vemos. Si ponemos en Él nuestra esperanza, el Padre puede transformar nuestros corazones. Así nos dice en el Mensaje a la Madre Eugenia:

“Recordad, oh hombres, que Yo quiero ser la esperanza de la humanidad. ¿No lo soy ya? Si Yo no sería la esperanza de la humanidad, el hombre estaría perdido. Pero es necesario que sea conocido como tal, para que la paz, la confianza y el amor entren en el corazón de los hombres y surja así una relación con su Padre del Cielo y de la Tierra.” leer más

La vida floreciente

Os 14,2-10

Así dice el Señor: “Vuelve, Israel, al Señor tu Dios, pues tus culpas te han hecho caer. Preparaos unas palabras, y volved al Señor. Decidle: ‘Quita toda culpa; acepta lo bueno; y en vez de novillos, ofrecemos nuestros labios. Asiria no nos salvará, no montaremos a caballo, y no diremos más ‘Dios nuestro’ a la obra de nuestras manos, oh tú, que te apiadas del huérfano’. –Yo sanaré su infidelidad, los amaré sin que lo merezcan, pues mi cólera se ha apartado de él.

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LA DELICADEZA DEL AMOR

Vivir en una íntima relación con Dios Padre, tal como Él la desea e incluso la pide, conlleva una gran responsabilidad de nuestra parte. Pensemos en los sacerdotes, a quienes les ha sido encomendado el gran tesoro de los sacramentos. Fijémonos especialmente en el más grande de ellos, el Cuerpo de Cristo presente en el Sacramento del Altar. ¿Cómo lo trata el sacerdote? ¿Con suma reverencia y respeto o con cierta indiferencia y descuido? De alguna manera, podríamos decir que el Señor se entrega en sus manos, y él, por su parte, debe tener mucha delicadeza para corresponder de forma apropiada a la confianza que se le brinda. A este respecto, el Padre nos dice lo siguiente en su Mensaje:

“Quisiera que se genere una gran confianza entre el hombre y su Padre del cielo, un verdadero espíritu de familiaridad y delicadeza al mismo tiempo, para que Mi gran bondad no sea abusada.”

Lo que hemos dicho con respecto al sacerdote cuenta también para todos nosotros, porque el Señor no sólo está presente en el Santísimo Sacramento, sino que nos rodea siempre y en todas las situaciones. Su corazón está abierto de par en par para nosotros, y precisamente por ese gran amor –que puede ser rechazado– es necesario ser delicados para no abusar de él.

Esto cuenta también para las peticiones que le dirigimos al Señor. Si tratamos con una persona que está siempre dispuesta a cumplir cuanto le pedimos, no nos aprovechamos de su bondad. Sentimos que no debemos ceder al egoísmo, de modo que ella, con su talante bondadoso, tenga que servir a este nuestro egoísmo. Lo mismo sucede con nuestro Padre Celestial. Aunque ciertamente podemos llevar confiadamente ante Él nuestros deseos, tanto los de grandes dimensiones como los más pequeños, debemos ser muy cuidadosos para no lastimar esta delicada relación de amor.

El rechazo del evangelio y sus consecuencias

NOTA: Los que llevan algún tiempo siguiendo estas meditaciones diarias, recordarán que solíamos reservar el día 7 de cada mes para una meditación sobre Dios Padre. Sin embargo, desde hace algunas semanas estamos ofreciendo cada mañana un breve impulso para conocer, honrar y amar más profundamente al Padre Celestial, bajo el lema “3 minutos para Abba”. Por tanto, todas las personas que deseen profundizar su relación con Dios Padre están cordialmente invitadas a unirse al siguiente canal de Telegram: https://t.me/tresminutosparaabba

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EN PRESENCIA DEL PADRE

San Benito Abad recomendaba a sus monjes vivir conscientemente en la presencia de Dios. ¡Éste es un excelente consejo, que permite al hombre despertar a la plena realidad! En efecto, una y otra vez se nos describe la verdad de que Dios vela constantemente sobre los suyos. La mirada de Dios se posa sobre todo y todos.

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