Novena al Espíritu Santo – Día 8: «La modestia»

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¡Qué adorno tan precioso es un alma modesta, oh Espíritu Santo; un alma en la que habita este fruto Tuyo! En ella se ha refrenado la apetencia desordenada y ha llegado a la calma. No piensa mucho en sí misma, y se contenta fácilmente con lo que recibe. No quiere estar en el centro de atención sino que quiere ocupar el sitio que Tú has previsto para ella. Por eso, en el alma modesta actúa el precioso don de la gratitud y el fruto de la humildad. Ella irradia serenidad y contento, no tiene que llamar la atención y está libre de cualquier arrogación o presunción. Pero en lo que respecta al amor, quiere ser grande: grande en el amor a Ti y en el amor a los hombres. ¡El alma modesta tampoco se contenta con una fe pequeña!

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